lunes, 17 de octubre de 2011

DANIEL APARICIO SÁNCHEZ, ORGANISTA DE TORREBAJA (VALENCIA).

Breve sinopsis biográfica acerca de un personaje local enamorado de la música -profana y religiosa-.


La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”.
Platón (427-347 a.C).

De escribir un libro sobre la gente del Rincón de Ademuz no me olvidaría del vecino Daniel Aparicio Sánchez (Torrebaja, 1941), organista del Coro Interparroquial: su labor continuada y generosa como músico así lo demanda, tocando en bautizos, bodas y entierros, y en cualquier otra celebración religiosa, realzando y enalteciendo con su armonía -¡para mayor gloria de Dios!- cualquier acto litúrgico en los pueblos o aldeas comarcanos. Y fuera de ellos, como el caso reciente en Moya (Cuenca), con motivo del LIV Septenario de la Virgen de Tejeda.[1]

El señor Daniel Aparicio Sánchez (Torrebaja, 1941) y su esposa, la señora Amelia Miguel Asensio (Tramacastiel, 1945).


Nuestro vecino nació en las Casas de la Venta de Torrebaja (Valencia) hace 70 años, hijo de Constantino y Carmen, ambos oriundos del Rincón:
  • Sí, nací en Torrebaja en 1941, y como bien dices soy hijo de Constantino y de Carmen... Mi padre nació en Torrealta, aunque provenía de Mas del Olmo, aldea de Ademuz y mi madre de Torrebaja, era una de las once hijas de la fonda de “Las Lucías”, así llamaban aquí a mis tías... Mi abuela Lucía Fortea Garrido nació y se crió en el molino de Tormón (Teruel), hasta que siendo muchacha la familia bajó a Torrebaja, por causa de la muerte de mi bisabuelo, que era molinero...; y mi abuelo materno, Daniel Sánchez Miguel, murió en Torrebaja durante al guerra, a consecuencia de la caía de una caballería...[1] Somos dos hermanos, Julio y yo, que soy el mayor: mi familia vivió siempre en “La Venta” hasta finales de los cincuenta, después nos vinimos a esta casa de la plaza donde actualmente vivimos. Mi madre y su hermana Elvira se casaron en guerra, el mismo día; y el mismo día nacimos mi primo Roberto y yo años después; sí, es curioso... Los partos los atendió la tía Felisa Pinazo, que era la partera y no hacía más que ir arriba y abajo, porque mi tía vivía en la fonda, que está en la carretera y mi madre en “La Venta”, que está el la parte baja del pueblo... Claro, entonces todos los partos se hacían en casa. 

¿Qué recuerdas mejor de tu infancia en Torrebaja?
  • De mi primera infancia recuerdo los inviernos, cuando nevaba, que íbamos a los sembrados a “enviscar” a los pájaros con esparto, sí les poníamos una especie de pegamento y cuando iban a picar se quedaban pegados, y los cogíamos: luego los desplumábamos y los freían en casa para comer. Esto era a mediados de los cuarenta, cuando yo tenía seis u ocho años. También recuerdo la escuela, mi primer maestro fue don Manuel, luego don Juan y finalmente don Eladio, con el que dábamos también el repaso por la noche: primero se usaban las cartillas de aprender a leer, luego las “Enciclopedias Álvarez” y para leer un libro llamado “Lecturas de Oro”; entonces había muchos niños en el pueblo, nosotros éramos una cuadrilla grande de quintos... La pasión de los niños y chicos de entonces eran las bicicletas, nos pasábamos la semana arreglándolas, poniéndolas a punto para ir los domingos de fiesta, a Ademuz o donde fueran. Cuando me hice algo mayor, pero estando aún en la escuela, como mi padre era albañil, empecé a estudiar un curso de “albañilería” por correspondencia, que luego amplié a “construcción” en la misma academia de Barcelona.

¿Cómo comenzó tu pasión por la música?
  • Resulta que mi padre, en unas navidades hizo un viaje a Barcelona con pollos, iba con el camión de Elpidio..., y me trajo de regalo una pequeña acordeón de botones, aún creo que está por casa... y empecé a tocarla a mi aire, tendría yo no más de diez años. Entonces era costumbre ir los mozos a “escarfollar” maíz a las casas, cada noche iban a una y allí se juntaban con las mozas: y resulta que los mozos se me llevaban con ellos para que tocara el acordeón, así empecé, tocando de oído..., claro, canciones de las de entonces. A todo esto vino de América el padre Pinazo –se refiere a don Guillermo Pinazo Martínez (1901-73), hermano de Felisa, Filomena, Adoración... El padre Pinazo era una persona excepcional, se hizo de la orden de los paules, marchó a Francia y luego a Cuba, de donde marchó a Nueva York cuando la revolución cubana (1953), y se instaló en Harlem, un barrio lleno de extranjeros (negros, cubanos, chinos, filipinos...) allí tenía él su parroquia... Además era organista, y tocaba en San Patricio, la catedral de Nueva York. Resulta que el padre Pinazo regresó a Torrebaja, porque su madre era ya muy anciana y fue cuando se hizo el chalet de la carretera, claro, vino con intención de quedarse, y nos enseñaba música: íbamos una cuadrilla, catorce o quince, muchachos de Torrebaja y Los Santos..., y nos daba clase en su casa, usábamos el método Eslava, primero, segundo y tercero... Éso fue cuando yo tenía 14-15 años, y aprendí música, entonces mi padre me compró una buena acordeón que todavía tengo, y como me gustaba mucho lo de la música, pues me mandó a estudiar a Barcelona, allí estuve aprendiendo en una academia durante tres meses, la academia estaba en la calle Mayor de Gracia, 41 –lo recuerdo perfectamente-. El hecho de mandarme a Barcelona fue por el padre Pinazo, que le decía a mi padre: “Constantino, tus muchachos valen para la música, dedícalos a la música...” –se lo decía una y otra vez, hasta que me mandó-. Ya ves el futuro que podía tener entonces estudiar música; pero también se lo decía a los padres de Justiniano, y al final se hizo músico profesional...
Don Guillermo Pinazo Martínez (1901-73) con los hermanos Daniel y Julio Aparicio Sánchez y otro vecino.

¿Qué otros recuerdos conservas del padre Pinazo?
  • Pues recuerdo que era una persona muy peculiar, después de estar tantos años en América tenía una mentalidad muy avanzada para la época en España, muy alegre y extrovertido, sí, eso, era muy campechano... Atendía varias parroquias, Torrebaja, Torrealta, también Mas de Jacinto y Los Santos. Iba en bicicleta, luego se compró un “Gordini” automático; también estuvo en Tuéjar (eso fue cuando yo estaba en la mili, lo recuerdo porque cuando iba a Valencia se pasaba por el cuartel de Paterna a verme y siempre acabábamos tocando la guitarra) y finalmente en Vallanca y Negrón (1962-63), desde donde se volvió a Nueva York: no sé si regresó a América porque aquí no se adaptaba o porque lo reclamaron de su orden, el caso es que se marchó y allí murió años después (1973); pero ya te digo que tenía una mentalidad avanzada... Entonces todas sus sobrinas eran jóvenzanas y se bañaba con ellas en “La Presa” del Ebrón, imagínate ver un cura en bañador entre tantas mozas..., aquello era un escándalo para la gente mayor del pueblo. Otra vez viajó a Nueva York y de regreso nos trajo una corbata a cada uno, pero era una corbata peculiar, porque tenía pintada una chica en bikini, no veas la que se armó... Cuando regresó a América le veía mucho Vidal Gimeno, que iba en un avión de Iberia y viajaba cada semana para allá...

¿Cómo fue lo de tocar por los pueblos?
  • Pues nada, que regresé a Torrebaja y los domingos me buscaban para tocar, íbamos a los garajes o en la plaza y tocaba el acordeón, para que los mozos y mozas bailaran, luego me daban algo, no recuerdo cuánto, pero no sería mucho... Antes de irme a la mili estuve tocando un año entero en Ademuz todos los domingos y festivos, tocábamos en un salón, iba con “la Ponciana” de Los Santos, ella hacía la batería y yo el acordeón. Recuerdo un año en Alfambra que fue para la fiesta de los quintos y tacaba en un salón: un par de días antes se me acerca uno y me dice: “Dice fulano que si el domingo tocas toda la tarde sin parar, que nos regala tres corderos...” –y allí estuve toda la tarde sin parar, desde media tarde hasta las diez de la noche; y nos dieron los corderos y nos los comimos-. Cuando tenía sobre 16 ó 17 años estuve tocando en Motos (Guadalajara), iba en coche de línea hasta Orihuela del Tremedal y luego en macho hasta el pueblo, allí comía, cenaba y dormía cada día en la casa de una moza..., y me gastaban bromas: sal en la cama, pelos, la petaca... Aventuras de este tipo te contaría sin parar. Durante dos o tres años toque para las fallas en el Puerto de Sagunto (Valencia), en un salón que llamaban “La Palmereta”, fue con la banda de un tal Modesto Vinares que había venido de Brasil, allí tocábamos sambas, salsa y ese tipo de música. También me buscaban para las fiestas de los quintos en enero: recuerdo una vez en Santa Cruz de Moya, La Almela, Las Rinconadas..., me pasé dos semanas con ellos, tocando todos los días..., hacíamos baile, pasacalle y todo eso. También estuve en Alfambra (Teruel), estando allí me cogió una buena nevada. El año que me fui a la mili (1959), fui por “San Antón” a las minas de Rillo, y allí estuve los tres días de fiesta. También nevó ese año y como eran fiestas por otros pueblos de la zona, me llevaban de uno a otro en uno de aquellos tractores de entonces, y acabé en Cervera del Rincón, recorriendo todos los pueblos de Campo Visiedo, celebrando a San Antón, San Sebastián, Santa Águeda, la Candelaria... Ese recorrido fue por causa de la nieve, en los pueblos tenían orquestas contratadas, pero como no circulaban los coches de línea, pues me contrataron a mí, y me llevaban de un pueblo a otro con los machos... Por eso fue de llegar a la mili varios días tarde, cuando todos estaban ya vestidos de uniforme... Sí, hice la mili en Paterna (Valencia), con varios mozos de Torrebaja; allí me encontré con Evaristo Tortajada, hijo del pueblo -se refiere al militar señor Evaristo Tortajada Aliaga (1922-2008)-, que estaba de sargento instructor y me ayudó a instalarme... Después de la mili ya no volví a salir por los pueblos.

Y, ¿cómo fue lo de aficionarte a la música religiosa, porque una cosa es tocar para bailar y otra en un oficio litúrgico?
  • Bueno, pues fue también por el padre Pinazo... Aquí no había órgano y para las fiestas se subía uno que había en Casasbajas, con el que hice mis primeros pinitos; por esa época fue que José Manzano (a) el Carabinas, que era ingeniero, regaló el “armonium” que tenemos y el padre Pinazo lo tocaba; entonces ya había aquí un buen coro parroquial formado por los mozos de entonces: Paco “el de Severino”, Jesús “Mochilo”, Olga, mi prima Emilia... De ahí me viene la afición, de las ideas que me daba el padre Pinazo y de lo que aprendí con Mari Carmen Villena y con su padre, don Ángel, que sabía mucha música y venía los veranos por aquí...
El señor Daniel Aparicio Sánchez, organista, durante una actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz (Valencia), en Moya (Cuenca).

El coro actual, sin embargo, parece mucho más reciente.
  • Sí, el de Torrebaja empezó a formarse con don Antonio Godino Córcoles, un cura muy inquieto que luego se marchó a Cuba... Don Antonio era “kiko”, del camino neocatecumenal y en las celebraciones que hacíamos se cantaba mucho, antes y después de cada lectura, claro son ritos con muchos cantos... Y lo del coro interparroquial comenzó con don Antonio Pérez Sesé, el cura de Ademuz que luego marchó a Chelva, éste también sabía música y tocaba el órgano: comenzamos a reunirnos de los distintos pueblos y hasta ahora, con altibajos y épocas mejores, como cuando las ferias comarcales, donde siempre hacíamos funciones con canciones profanas que tenían mucho éxito... Durante años nos dirigió Andrés Soriano Pescador (el panadero de Ademuz), hasta que cayó enfermo y falleció; luego Abel Muñoz Sánchez (el constructor de Casasaltas), que era del coro, él dirige ahora y hace lo que puede, aunque ha progresado mucho... Pero es muy sacrificado, porque hay que ensayar todas las semanas, en Ademuz y Torrebaja, y la mayoría de gente del coro son mujeres mayores.
La actividad profesional principal del señor Daniel ha sido la construcción; luego cambió, dedicándose a la producción de grava y su transporte, “primero sacamos el árido de la rambla, lo clasificamos y luego se hace el hormigón” según lo demandan. El hormigón es un producto que no se puede transportar muy lejos, “pues tiene una vida corta, no más de una hora y media o dos”, mientras que el árido ya se puede llevar a cualquier sitio, al igual que las arenas. En política se considera de centro-derecha, y ha participado como concejal del Ayuntamiento de Torrebaja en varias legislaturas, siendo conocedor de todos los vericuetos administrativos municipales y provinciales.

Sin embargo, la afición que ha llenado su vida ha sido la música: al principio la profana y en los últimos años la religiosa, hasta el punto que su presencia se hace necesaria en cualquier celebración que se precie. Tras la primera lectura en la Misa, ataca los salmos con la misma severidad y pasión que una buena comida, pues es hombre al que también le gusta cantar y gozar de la vida. El señor Daniel está casado con la señora Amelia Miguel Asensio (Mas de la Cabrera-Tramacastiel, 1945), y tiene dos hijas (Eva y Marta) y un hijo (Daniel), ya mayores. Se considera persona creyente y religiosa; aprovecho el punto para recordarle una cita de François-René de Chateaubriand que dice: “la religión cristiana es esencialmente melodiosa, por la única razón de que ama la soledad. [...] publica sin cesar las alabanzas del Creador, y nada hay más religioso que los cánticos que cantan, acompañados del viento, las encinas y las cañas del desierto. [...] El Cristianismo ha inventado el órgano, [...] (y) salvó la música en los siglos bárbaros...” –y se sonríe, con una mueca de sorpresa y aceptación-.

El señor Daniel Aparicio Sánchez, organista, durante una actuación en Moya (Cuenca)
En suma: al señor Daniel se le tiene por persona servicial, siempre sonriente, de trato agradable y buen conversador, aunque también tiene su genio, no se vayan a creer; sin embargo, es una de estas personas que difícilmente saber decir que no cuando se le demanda un favor. De hecho, las gentes de los pueblos y aldeas del Rincón de Ademuz nunca agradeceremos bastante su disposición y fidelidad para con el Coro Interparroquial: de la misma forma que “los ángeles nos han legado el canto, porque el manantial de los conciertos está en el Cielo” –Chateaubriand, dixit-: a nosotros los rinconademucenses actuales el Cielo nos han regalado al señor Daniel, organista de Torrebaja. Vale.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).

NOTAS:
[1] Para ampliar datos sobre esta familia, Vid: SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Aurora Sánchez Fortea, la persistencia de la memoria, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2009, vol. III, pp. 53-72.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en el LIV Septenario de Moya (Cuenca), en:

El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz (Valencia), en Moya (Cuenca).

A DON RICARDO FOMBUENA VIDAL, IN MEMORIAM.

NECROLÓGICA:
Acerca de un personaje local -poeta y escritor- enamorado del Rincón de Ademuz y de sus gentes.


El pasado domingo, 9 de octubre de 2011, falleció en Madrid don Ricardo Fombuena Vidal (Barcelona, 1924). Su defunción se produjo en el contexto de una senectud avanzada, con los achaques propios de la edad; no en vano la enfermedad y la vejez son hermanas de la muerte...


Don Ricardo Fombuena Vidal (Barcelona, 1924-Madrid, 2011).

Ricardo –como le gustaba ser llamado- era hijo de Daniel, funcionario del Ministerio de Hacienda y de Teresa, nieta del fundador de los ferrocarriles de Sarriá (Barcelona). Se hallaba vinculado a Torrebaja (Valencia) por su abuelo paterno –Daniel Fombuena Casino-, natural de Torrebaja y con ascendientes en Libros y Villel (Teruel), y por su casamiento con Marina Licer Esparza, de Torrebaja. Había nacido en Barcelona, pero, siendo todavía muy niño, la familia se trasladó a Madrid, donde su abuelo fundó un conocido laboratorio enológico frente al Museo del Prado.

Cuando llegó su jubilación decidió abandonar Madrid y venirse con su esposa a Torrebaja, donde pasó los mejores años de su madurez, plena y provechosamente, dedicado a escribir y a disfrutar de la tranquilidad que aquí se respira, alejado de la gran ciudad, sin descuidar sus amistades ni su compromiso ciudadano, pues fue Cronista Oficial de Torrebaja (1989) y Juez de Paz municipal durante casi dos legislaturas (1987-93).

Don Ricardo Fombuena Vidal, con el autor (Torrebaja, 2008).


Yo le conocía desde niño, pues nuestras familias tuvieron siempre buena relación; propiamente, sin embargo, nuestra amistad se estableció cuando vino al pueblo por su retiro. Nos tratábamos con frecuencia y pasábamos horas charlando, unas veces en mi casa y otras en la suya: poseía un pequeño patio con flores en la parte posterior, donde tenía instalada su biblioteca: allí, rodeado de sus libros era feliz, hasta el punto de poder aplicársele aquella cita de Cicerón: “Si apud bibliothecam hortulum habes, nihil deerit”, ¿Qué más quieres si tienes una biblioteca que abre a un pequeño jardín?

Durante nuestras conversaciones me hablaba de sus recuerdos de infancia en Madrid, de los veranos que pasaba en las Navas del Marqués (Ávila), de sus juegos y diabluras con los niños de la pandilla. Cuando la Guerra Civil (1936-39) fue evacuado a Cocentaina (Valencia) con los niños de su colegio; allí pasó los años de la incivil contienda, que para él fueron como unas largas vacaciones. De regreso a Madrid, hizo el Bachillerato en el instituto "Cervantes" de la capital, luego estudió Comercio Mercantil y Enología, para hacerse cargo del laboratorio de su abuelo.

Soneto en un plafón cerámico situado en la fachada de la casa del poeta en Torrebaja (Valencia).


Asimismo, me hablaba de su afición literaria, y de los círculos que frecuentaba, llegando a ser secretario de la “Peña de Artistas y Escritores”, que tenía su sede en el célebre “Café Pombo”, donde la tuvo Ramón Gómez de la Serna; allí se conservaba el célebre cuadro de Gutiérrez Solana representando a los contertulios. Participó también en otros cenáculos, como la del poeta Eduardo Alonso, que la tenía en el “Café Varela”; formó parte del grupo “El Gallo de Oro” una agrupación poética que se reunía en los sótanos del famoso “Chicote” de la Gran Vía: de ahí le venía su amistad con Julia Sánz Gadea, hermana del doctor que da nombre a una de las avenidas del ensanche turolense.[1] Ricardo era lo que se dice “una enciclopedia andante”, había conocido y se relacionaba epistolarmente con mucha gente, y conocía un sinfín de historias y anécdotas que acertaba contar en el momento oportuno, pues tenía una memoria admirable. Pocas veces discutimos, pero cuando lo hacíamos era por cuestiones de política, tema en el que no nos poníamos de acuerdo; sin duda, teníamos una visión distinta del acontecer histórico...

Entre sus obras, se cuentan una decena de libros:
-         “Pinceladas por la Sierra de Albarracín” (Madrid, 1980), libro de viajes.
-         “Vinofilia” (Madrid, 1984), manual de enología.
-         “Rimaral” (Madrid, 1988), libro de poemas dedicado a sus hijos: Ricardo, Marina y Alberto.
-         “Torrebaja, historia de un mayorazgo” (Torrebaja, s/f), libro en prosa que incluye un poemario.
-         “Guadalturia” (Madrid, 1993), libro de viajes.
-         “Los pájaros de mi Rincón” (Valencia, 1996), poemario.
-         “Torrebaja en el Rincón de Ademuz” (Valencia, 1997), libro en prosa que incluye un poemario.
-         “Una gota por el Turia, el poema del río” (Valencia, 2002), libro de viajes.
-         “Vidamor, los amantes de Teruel y otros poemas” (Madrid, 2006), poemario.
-         “Mis huellas por el Rincón de Ademuz” (Valencia, 2008), su testamento poético.

 
El libro “Vidamor”, su primer poemario y “Los pájaros de mi Rincón” fueron prologados por el laureado poeta y premio “Cervantes” (1998) José Hierro (1922-2002), al que siempre citaba como Pepe Hierro y del que fue ferviente admirador y amigo. Como Cronista Oficial de la Mancomunidad de Municipios del Rincón de Ademuz, me hizo el honor de que le prologara dos de sus títulos: “Una gota por el Turia...” (2002) y “Mis huellas por el Rincón de Ademuz” (2008), vinculando así mi nombre a sus escritos como prueba de amistad y agradecimiento. Su trabajo literario le valió para ser nombrado “Hijo Adoptivo” por el Ayuntamiento de Torrebaja (1994).

 Hoy, en esta hora triste de las alabanzas, invoco su amor por el Rincón de Ademuz (en general) y por Torrebaja (en particular), tierra cuyas lindezas cantaron sus poemas en innumerables ocasiones. Junto a la fuente de los Pobres en Torrebaja hay un panel cerámico con un soneto de Ricardo, que dice:
 
TORREBAJA del alma, surtidor
donde brota el nacer de cada día,
el pan nuestro por nuestra escenografía,
con gesto maternal, nos das amor,

pues naciste de la hoja y en la flor,
de ese sueño feliz y esa alegría
que dice del lugar hecho poesía
del paisaje, del árbol y el rumor

de un agua que en tu tierra se derrama
al saber que es amor como se llama:
¡TORREBAJA, en la rosa del camino!

Y en la esencia del poema, que a tu sombra,
palpita de emoción cuando te nombra,
uniendo con lo humano, lo divino.

En algunas de mis publicaciones anteriores figuran también noticias y comentarios referentes a sus libros: Ricardo Fombuena Vidal, “el poeta del Rincón por excelencia” y “Vidamor, esencia de poesía”, plasmando mi personal homenaje a su persona y obra.[2] Recientemente, en la fachada de su casa de Torrebaja colocaron un plafón cerámico con otro bellísimo poema de celebración a esta tierra.[3] Asimismo, en el atrio del Cementerio Municipal de Torrebaja, donde manifestó su deseo de ser inhumado, figura otra composición poética titulada “A vosotros” –refiriéndose a los difuntos que allí yacen-:

Casual encuentro fuimos en la vida,
dolor del pensamiento en un suspiro
cuando en rejas del ser al “no ser” miro
aferrado a mi pena en tu partida.

¿Por qué el beso o una lágrima sentida
no podrán dar al mundo un nuevo giro
conseguir esa llave a la que aspiro
abriendo esta razón incomprendida?

Seguir sintiendo el alma del que “ha sido”
confusa realidad sin su presencia,
saber dentro de mi, su contenido,

sentir que todavía la existencia
acompaña a mi ser con su latido,
cariño en el recuerdo como herencia.

Durante las Fiestas Patronales (2011), el Ayuntamiento de Torrebaja me honró requiriéndome  para hacerle entrega de una placa en homenaje a su labor literaria, placa que recogió y agradeció su nieta, leyendo unas palabras de su abuelo. Según dije en aquel acto, la última vez que vi a Ricardo fue el pasado invierno: vino a mi casa y estuvimos hablando unos momentos, porque él ya no me oía; antes de marcharse nos miramos a lo más profundo durante unos segundos y en aquella mirada ambos supimos que se encerraba nuestra despedida en esta vida...


Don Ricardo Fombuena Vidal (Torrebaja, 2010), última fotografía del poeta.

            Ricardo Fombuena Vidal será enterrado en su Torrebaja querida -la tierra que le adoptó como hijo-, junto a las cenizas de su esposa: no sé si creía en la eternidad de la otra vida, pero sí en el amor; porque, como ya advirtiera su amigo Pepe Hierro, “amor era su palabra preferente”, y Dios es amor. En todo caso, descansa en paz, amigo, y como diría el clásico, sit tibi terra levis, que la tierra te sea leve... Amen.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


 NOTAS:
[1] SÁNCHEZ GARZÓN, A., Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, 2000, pp. 228-231.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, A., Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, pp. 197-199.
[3] TORREBAJA abundante en hermosura/ nos siembra en un soneto su simiente/ y brota con belleza por la mente/ al lucir el paisaje en su figura.// Nos lo dice la brisa que murmura,/ y el Turia nos lo cuenta en su corriente,/ con rumor del cariño que se siente/ al nacer de una tierra en escultura.// Tan perenne en la sombra del recuerdo/ por tu jardín nostálgico me pierdo,/ en él he oído cantar mil ruiseñores.// Y he sentido la vida al poder ver/ a este valle entre monte y entre flores,/ con su eterna poesía y mi querer.//

Vista parcial del Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia), donde está inhumado el poeta.

Panteón familiar en el cementerio municipal de Torrebaja (Valencia), donde descansan los restos mortales de don Ricardo Fombuena Vidal y de su esposa, la señora Marina Licer Esparza.
Detalle de la lápida de don Ricardo Fombuena Vidal y de su esposa, en el Cementerio Municipal de Torrebaja (Valencia).

DON BLAS MAÑES PALOMAR, CURA PÁRROCO DE ADEMUZ (VALENCIA) EN LA CAUSA GENERAL.

 A propósito de la publicación de las Actas del 
I Simposio Comarcal de Ademuz, 
que tuvo lugar los días 25, 26 y 27 de julio de 2008.



Hace unos días recibí una llamada telefónica de Joseph Montesinos i Martínez, del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, anunciándome que por fin se habían publicado, on line, las actas del I Simposio “La Cruz de los Tres Reinos”, congreso que tuvo lugar los días 25, 26 y 27 de julio de 2008 en Ademuz, patrocinado por la Universidad de Valencia, la de Castilla-La Mancha, el Campus de Cuenca, la Diputación Provincial de Valencia, la Asociación “Amigos de Moya”, el Ayuntamiento de Ademuz y el Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA). La Coordinación de la publicación ha estado a cargo de Carmen Poyato Holgado (Decana de la Facultad de Humanidades UCLM) y el mencionado Josep Montesinos i Martínez (de la Universitat de València). La edición, sin embargo, ha sido por cuenta del departamento de publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.[1]



Don Blas Mañes Palomar (Alcublas, 1869-La Huérguina, 1936). [La presente fotografía se halla en la Sacristía de la iglesia arciprestal de San Pedro y San Pablo de Ademuz (Valencia), y puede ser reproducida libremente (sin modificiaciones y por cualquier medio) para ilustrar la biografía de la persona que representa, indicando siempre la referencia: SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo (2009). Anexo a la investigación relativa a don Blas Mañes Palomar, cura párroco y arcipreste de Ademuz, en Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, p. 40].

Tuve el honor de participar en aquel congreso, realizando una Comunicación bajo el título: “Don Blas Mañes Palomar, cura párroco y arcipreste de Ademuz, asesinado [1936, agosto 14].[2] Los presentes a dicho acto recordarán que mi exposición no estuvo exenta de polémica, pues algunos de los asistentes negaban el martirio del sacerdote, mientras que otros pretendían justificarlo, argumentando que durante la guerra “algunos curas habían participado en la denuncia de sindicalistas, para que los fascistas los mataran” (sic). Uno llegó a decir que no le habían gustado las palabras con que introduje mi exposición, donde hacía una cita evangélica: “Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mateo 5, 1-12).
Cabe decir, sin embargo, que don Blas Mañes Palomar (1869-1936), con independencia de otras virtudes personales, estuvo al servicio de la parroquia y feligresía de Ademuz durante más de tres décadas, que era un hombre de Dios absolutamente entregado a los demás, y que su muerte lo convierte en paradigma de los casi siete millares de personas consagradas asesinadas durante la Guerra Civil española (1936-39), curas, frailes y monjas octogenarios, incluidos seminaristas adolescentes. Ni la cifra es baladí ni el asunto puede tomarse a broma..., pues es un hecho histórico constatado. Negarlo tiene la misma condición moral que negar el holocausto nazi... Sencillamente, aquello fue un genocidio religioso programado (además de un holocausto patrimonial sin precedentes), con el propósito de erradicar la religión de la vida pública, olvidando que el cristianismo constituye una de las bases de la civilización occidental, junto con Grecia (de donde toma la filosofía) y Roma (de donde toma el derecho), hasta el punto de que sin el cristianismo Europa (su arte, su ciencia y su tecnología) no sería lo que es y ha sido. De hecho, si Europa se descristianiza dejará de ser Europa...
  • 1) Mi Comunicación en el Simposio de referencia fue publicada a posteriori en la segunda parte de la serie “Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz” (Valencia, 2008). Dicho trabajo se basa en el testimonio de varias personas que conocieron del asunto, por ellos mismos o por sus familiares directos. Utilizando la información proporcionada construí una hipótesis, para explicar lo sucedido con el sacerdote. Parece que el clérigo, pese a los consejos en contra, huyó de Ademuz, siguiendo aguas arriba del Turia, pero fue detenido frente a Torrebaja, en la partida conocida como “Los Terreros”, término de Ademuz. De allí le llevaron al Comité de Torrebaja, donde fue visto por diversas personas. Aparentemente, el sacerdote fue llevado desde Torrebaja hasta la población de La Huérguina (Cuenca), donde fue asesinado en la noche del 14 de agosto de 1936.[3]

  • 2) Posteriores indagaciones me hicieron rectificar la hipótesis inicial, algo muy habitual en ciencia, y por ende en historia, obligándome a ampliar la base de la hipótesis inicial para construir otra. Los nuevos testimonios indicaban que el sacerdote no fue llevado desde Torrebaja hasta el lugar de su martirio directamente, sino que los responsables políticos de Torrebaja avisaron a los del Comité de Ademuz, que subieron a buscarle a Torrebaja y se lo bajaron a su villa: allí fue entregado a sus familiares en el “cerrado de don Jesús” –se refiere a don Jesús Eced Carreras-, con el apercibimiento de que no saliera de casa. Otra declarante, cuyo abuelo era por entonces alguacil del Ayuntamiento de Ademuz, dice también que don Blas estuvo preso en el calabozo de Ademuz. Asimismo, el primer declarante dice que al sacerdote se lo llevaron de Ademuz en un camión, y que en el vehículo montó un vecino que dijo bajarse en Salinas del Manzano (Cuenca), antes de llegar a La Huérguina. Dados los datos de la presente investigación tuve que construir una segunda hipótesis: don Blas huyó de Ademuz pero fue detenido en la ribera del Turia, frente a Torrebaja, desde donde fue llevado de nuevo a Ademuz por miembros del Comité y entregado a los familiares. Sin embargo, también estuvo encerrado en el calabozo, de donde fue sacado y conducido a su martirio en un camión.[4]

  • 3) No obstante, la explicación definitiva la obtuve buscando en los documentos de la Causa General (1940-46), donde encontré la declaración de su sobrina, señora María Mañes Silvestre, la cual aporta el resto de datos que nos permiten saber con mayor certeza lo sucedido. Según la deponente, su tío fue detenido el día 7 de agosto de 1936, por el alcalde y el presidente del Comité de Ademuz. Según el testimonio, “se lo llevaron y lo asesinaron”, haciendo responsables materiales de la muerte a “el Chileno y cuatro más, que no conoce”... El relato recoge el nombre, apellidos y apodos de varios vecinos más de Ademuz, a los que hace responsables de lo sucedido.[5]

Lápida de don Blas Mañes Palomar en el cementerio de Ademuz (Valencia).

Los datos de la última pesquisa nos permiten construir una hipótesis definitiva, por el momento: don Blas Mañes Palomar huyó de Ademuz a finales de julio, pero fue detenido frente a Torrebaja, desde donde fue conducido a esta población. Los responsables políticos de Torrebaja avisaron a los de Ademuz, que se lo bajaron a su localidad, para entregarlo a sus familiares. Sin embargo, el día 7 de agosto fue detenido y encerrado en el calabozo, donde pudo estar una semana, pues el día 14 de agosto lo sacaron y lo llevaron hasta la localidad de La Huérguina, para ser asesinado en la partida de “El Mojón” de aquel término. Su cuerpo muerto fue hallado a la mañana siguiente, por un joven de la localidad que iba a acarrear... Fue enterrado en el mismo lugar donde fue muerto, y allí permaneció durante toda la guerra: tras la contienda, los familiares subieron por los restos en un camión, y se los bajaron a Ademuz, en cuyo cementerio fue definitivamente inhumado. En el lugar de su martirio y primer enterramiento colocaron una cruz, que estuvo allí muchos años...

Respecto al destino de las personas relacionadas con el caso y citadas por los declarantes:
  • Antonio Antón Yuste, de filiación socialista (PSOE), figura como Presidente del primer Ayuntamiento o Comisión Gestora que se organizó en Ademuz en los primeros días de la revolución y Guerra Civil, cesando como tal el 27 de noviembre de 1937. Estuvo detenido en la prisión de “San Miguel de los Reyes” (Valencia).
  • José Pérez Luz, de 33 años, jornalero, casado y de filiación anarquista (CNT), Presidente del Comité revolucionario que se constituyó en la Villa el 11 de agosto de 1936. Fusilado en Paterna (Valencia), el 5 de febrero de 1943.
  • El tal “Castillejos”, que se montó en el camión donde llevaban a don Blas, y que presuntamente se bajó en Salinas del Manzano, puede ser Julián Castillejos Hernández, de 27 años, natural de Ademuz. Fusilado en Paterna (Valencia), el 9 de noviembre de 1939, y posteriormente indultado.
  • Honorio Mañas Millán (a) Comadrón, fue vocal del Comité de Ademuz y pertenecía a Izquierda Republicana (IR). Estuvo detenido en la “Prisión Celular” o Cárcel Modelo (Valencia).
  • Dámaso Aparicio González, sin cargo político conocido, aparece implicado en amenazas al sacerdote, y en incautaciones y requisas a vecinos de Ademuz.
  • El apodado “Chileno”, se desconoce el nombre y su filiación, pero se sabe que “fue ejecutado por los rojos por ladrón”.
  • Respecto de Domingo Hernández Cortés, también mencionado en los documentos, no hay datos.

En suma: el asesinato del párroco y arcipreste de Ademuz (Valencia), don Blas Mañez Palomar, sacerdote natural de Alcublas (Valencia), de 68 años, que tuvo lugar el 14 de agosto de 1936 en la partida de “El Mojón”, término de La Huérguina (Cuenca), constituye un caso más del genocidio religioso llevado a cabo en la retaguardia de la zona controlada por el Gobierno del Frente Popular o “republicano” durante la revolución y Guerra Civil (1936-39).
 

 BIBLIOGRAFÍA:
[2] Relación de textos, correspondientes a las Actas del Congreso: Vid
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, A., Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, pp. 41-60.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN (2009), vol. III, pp. 41-48.
[5] ISÁNCHEZ GARZÓN (2011), vol. IV, pp. 83-90.



Cartel del I Simposio "La Cruz de los Tres Reinos", donde se expuso la Comunicación de referencia sobre la vida y muerte del arcipreste de Ademuz (Valencia).

A DON ÁNGEL ANTÓN ANDRÉS, IN MEMORIAM.


NECROLÓGICA:
A propósito del fallecimiento de un enamorado de la Historia 
y las gentes del Rincón de Ademuz.


El pasado 9 de septiembre falleció inesperadamente en Ademuz don Ángel Antón Andrés (Ademuz, 1926-2011), un enamorado del Rincón de Ademuz, al que siempre recordaremos vinculado al Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA) y a la revista “Ababol”, su órgano de expresión.

Mi conocimiento de su persona data de los tiempos de la fundación del mencionado instituto y revista, a principios de los noventa. Puntualmente me enviaba las actas de las reuniones, para que estuviera informado de su gestación: por entonces tenía yo responsabilidades en el Ayuntamiento de Torrebaja (1991-95), y me cabe el honor de haber sido uno de los primeros municipios suscritos a la revista, suscripción que creo todavía se mantiene o se mantenía hasta hace poco.


Don Ángel Antón Andrés (1926-2011),
en el I Simposio "La Cruz de los Tres Reinos" en Ademuz (Valencia).

Don Ángel poseía una enorme personalidad y un carácter fuerte, lo que en ocasiones hacía su trato difícil. Sin embargo, destacaba por su gran capacidad de trabajo, un enorme entusiasmo y el amor desbordado por su tierra, Ademuz y su comarca, y las gentes que lo habitan: prueba de ello está en sus escritos, en la firmeza y tesón con que dirigió la revista y el instituto desde su creación. Su fuerte carácter, como decía, le hizo tener desencuentros con varias personas, entre las que me hallo: nuestras diferencias llegaron más allá de lo debido, pero supimos perdonarnos, recuperar a tiempo nuestra amistad y profundizarla, porque el objetivo final de ambos superaba las diferencias personales. De hecho, muchas veces me llamaba desde Barcelona o Ademuz, para solicitarme artículos, fotos u opiniones respecto a asuntos de interés común, lo que sirvió también para unirnos en lo personal. En suma, era una gran persona, a la que simplemente había que saber tratar...

Poseía un extenso currículo, reflejo y expresión de su formación académica:
-Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Barcelona (1951);
-Catedrático de Institutos de Enseñanza Media: Teruel (1954);
-Becado por el Ministerio de Asuntos Exteriores (1955);
-Profesor de Español en el Instituto de Intérpretes (Múnich, Alemania);
-Lector de Español en la Universidad de la misma ciudad (1956-63).

Tras su reingreso a la cátedra:
-Director del Instituto “Lorenzo Hervás y Panduro” de Cuenca (1963-65);
-Lector de Español en la Universidad de Göttingen-Alemania (1965-70);
-Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona (1968);
-Profesor y Catedrático en la Universidad de Gerona -Studium Generale- (1970-77);
-Director del Instituto Español de Cultura (hoy, Cervantes) en Múnich (1983-91).

Ya jubilado como funcionario del Estado (1991), fue fundador del Grupo de Trabajo, posteriormente Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA), del que fue elegido presidente (1995) y director de la señalada revista “Ababol” hasta 2009, siendo hasta su fallecimiento Director Honorario de la misma.

En relación con sus responsabilidades en ICERA y “Ababol”, fundación y revista de los que fue alma y soporte, viajaba continuamente de Barcelona a Ademuz, pasando temporadas en uno y otro lugar, pero siempre cavilando en la publicación y difusión de la revista, buscando textos y fotos, corrigiéndolos, organizando actos, entrevistándose con los alcaldes comarcanos, en la Diputación Provincial de Valencia, Consejería de Cultura de la Generalidad Valenciana, interesándose por la edición de una página web del instituto y la revista en internet (aunque todo esto de la informática le era ajeno, por su edad, según sus propias palabras), buscando ponentes para las charlas, etcétera, reflejo de su pasión por todo lo que se refería al Rincón de Ademuz.


Portada del número 0 de la revista "Ababol",
correspondiente al invierno de 1995.

Tuvo una jubilación larga, apasionada y provechosa, como muchos la desearíamos para nosotros mismos. Pero en los últimos tiempos comenzaron a fallarles las fuerzas, y él se daba cuenta de ello. No obstante, se sentía enormemente orgulloso de que el Archivo Histórico Provincial (Valencia) adquiriera la revista para sus fondos, como ya lo hacía la Gran Biblioteca Valenciana de “San Miguel de los Reyes”. Pero su gran preocupación era dar continuidad a su obra, instituto y revista, hasta que finalmente lo consiguió y pudo aliviar su compromiso.

Hoy, en este obituario, hora triste de las alabanzas, te deseo amigo Antón que puedas ver como tus esfuerzos han dado su fruto, pues fuiste el germen y la levadura que ha hecho fermentar en muchos rinconademucenses el amor al conocimiento de las cosas de esta tierra, comenzando por la recopilación de su historia (en tanto instrumento para comprender el pasado y proyectar el futuro), de sus leyendas, tradiciones y costumbres, de su patrimonio histórico-artístico, y natural. Aunque en mínimo grado, personalmente me siento partícipe de tu ingente labor, y aunque sea a título póstumo te hago saber mi aprecio y admiración por tu generosa dedicación, pues el verdadero amor empieza por estimular la enseñanza y el deseo de comprender lo que amamos. Descansa en paz, estimado Ángel, y como diría el clásico, sit tibi terra levis, que la tierra te sea leve... Amen.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.



ADENDA
El 3 de octubre de 2015, con motivo del cuarto aniversario del fallecimiento de don Ángel Antón Andrés, el Instituto Cultura y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA), colocó en la fachada de su casa natal –calle Muro de Ademuz (Valencia)- un plafón cerámico en recuerdo y homenaje a su labor.