lunes, 17 de octubre de 2011

DANIEL APARICIO SÁNCHEZ, ORGANISTA DE TORREBAJA (VALENCIA).

Breve sinopsis biográfica acerca de un personaje local enamorado de la música -profana y religiosa-.


La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”.
Platón (427-347 a.C).

De escribir un libro sobre la gente del Rincón de Ademuz no me olvidaría del vecino Daniel Aparicio Sánchez (Torrebaja, 1941), organista del Coro Interparroquial: su labor continuada y generosa como músico así lo demanda, tocando en bautizos, bodas y entierros, y en cualquier otra celebración religiosa, realzando y enalteciendo con su armonía -¡para mayor gloria de Dios!- cualquier acto litúrgico en los pueblos o aldeas comarcanos. Y fuera de ellos, como el caso reciente en Moya (Cuenca), con motivo del LIV Septenario de la Virgen de Tejeda.[1]

El señor Daniel Aparicio Sánchez (Torrebaja, 1941) y su esposa, la señora Amelia Miguel Asensio (Tramacastiel, 1945).


Nuestro vecino nació en las Casas de la Venta de Torrebaja (Valencia) hace 70 años, hijo de Constantino y Carmen, ambos oriundos del Rincón:
  • Sí, nací en Torrebaja en 1941, y como bien dices soy hijo de Constantino y de Carmen... Mi padre nació en Torrealta, aunque provenía de Mas del Olmo, aldea de Ademuz y mi madre de Torrebaja, era una de las once hijas de la fonda de “Las Lucías”, así llamaban aquí a mis tías... Mi abuela Lucía Fortea Garrido nació y se crió en el molino de Tormón (Teruel), hasta que siendo muchacha la familia bajó a Torrebaja, por causa de la muerte de mi bisabuelo, que era molinero...; y mi abuelo materno, Daniel Sánchez Miguel, murió en Torrebaja durante al guerra, a consecuencia de la caía de una caballería...[1] Somos dos hermanos, Julio y yo, que soy el mayor: mi familia vivió siempre en “La Venta” hasta finales de los cincuenta, después nos vinimos a esta casa de la plaza donde actualmente vivimos. Mi madre y su hermana Elvira se casaron en guerra, el mismo día; y el mismo día nacimos mi primo Roberto y yo años después; sí, es curioso... Los partos los atendió la tía Felisa Pinazo, que era la partera y no hacía más que ir arriba y abajo, porque mi tía vivía en la fonda, que está en la carretera y mi madre en “La Venta”, que está el la parte baja del pueblo... Claro, entonces todos los partos se hacían en casa. 

¿Qué recuerdas mejor de tu infancia en Torrebaja?
  • De mi primera infancia recuerdo los inviernos, cuando nevaba, que íbamos a los sembrados a “enviscar” a los pájaros con esparto, sí les poníamos una especie de pegamento y cuando iban a picar se quedaban pegados, y los cogíamos: luego los desplumábamos y los freían en casa para comer. Esto era a mediados de los cuarenta, cuando yo tenía seis u ocho años. También recuerdo la escuela, mi primer maestro fue don Manuel, luego don Juan y finalmente don Eladio, con el que dábamos también el repaso por la noche: primero se usaban las cartillas de aprender a leer, luego las “Enciclopedias Álvarez” y para leer un libro llamado “Lecturas de Oro”; entonces había muchos niños en el pueblo, nosotros éramos una cuadrilla grande de quintos... La pasión de los niños y chicos de entonces eran las bicicletas, nos pasábamos la semana arreglándolas, poniéndolas a punto para ir los domingos de fiesta, a Ademuz o donde fueran. Cuando me hice algo mayor, pero estando aún en la escuela, como mi padre era albañil, empecé a estudiar un curso de “albañilería” por correspondencia, que luego amplié a “construcción” en la misma academia de Barcelona.

¿Cómo comenzó tu pasión por la música?
  • Resulta que mi padre, en unas navidades hizo un viaje a Barcelona con pollos, iba con el camión de Elpidio..., y me trajo de regalo una pequeña acordeón de botones, aún creo que está por casa... y empecé a tocarla a mi aire, tendría yo no más de diez años. Entonces era costumbre ir los mozos a “escarfollar” maíz a las casas, cada noche iban a una y allí se juntaban con las mozas: y resulta que los mozos se me llevaban con ellos para que tocara el acordeón, así empecé, tocando de oído..., claro, canciones de las de entonces. A todo esto vino de América el padre Pinazo –se refiere a don Guillermo Pinazo Martínez (1901-73), hermano de Felisa, Filomena, Adoración... El padre Pinazo era una persona excepcional, se hizo de la orden de los paules, marchó a Francia y luego a Cuba, de donde marchó a Nueva York cuando la revolución cubana (1953), y se instaló en Harlem, un barrio lleno de extranjeros (negros, cubanos, chinos, filipinos...) allí tenía él su parroquia... Además era organista, y tocaba en San Patricio, la catedral de Nueva York. Resulta que el padre Pinazo regresó a Torrebaja, porque su madre era ya muy anciana y fue cuando se hizo el chalet de la carretera, claro, vino con intención de quedarse, y nos enseñaba música: íbamos una cuadrilla, catorce o quince, muchachos de Torrebaja y Los Santos..., y nos daba clase en su casa, usábamos el método Eslava, primero, segundo y tercero... Éso fue cuando yo tenía 14-15 años, y aprendí música, entonces mi padre me compró una buena acordeón que todavía tengo, y como me gustaba mucho lo de la música, pues me mandó a estudiar a Barcelona, allí estuve aprendiendo en una academia durante tres meses, la academia estaba en la calle Mayor de Gracia, 41 –lo recuerdo perfectamente-. El hecho de mandarme a Barcelona fue por el padre Pinazo, que le decía a mi padre: “Constantino, tus muchachos valen para la música, dedícalos a la música...” –se lo decía una y otra vez, hasta que me mandó-. Ya ves el futuro que podía tener entonces estudiar música; pero también se lo decía a los padres de Justiniano, y al final se hizo músico profesional...
Don Guillermo Pinazo Martínez (1901-73) con los hermanos Daniel y Julio Aparicio Sánchez y otro vecino.

¿Qué otros recuerdos conservas del padre Pinazo?
  • Pues recuerdo que era una persona muy peculiar, después de estar tantos años en América tenía una mentalidad muy avanzada para la época en España, muy alegre y extrovertido, sí, eso, era muy campechano... Atendía varias parroquias, Torrebaja, Torrealta, también Mas de Jacinto y Los Santos. Iba en bicicleta, luego se compró un “Gordini” automático; también estuvo en Tuéjar (eso fue cuando yo estaba en la mili, lo recuerdo porque cuando iba a Valencia se pasaba por el cuartel de Paterna a verme y siempre acabábamos tocando la guitarra) y finalmente en Vallanca y Negrón (1962-63), desde donde se volvió a Nueva York: no sé si regresó a América porque aquí no se adaptaba o porque lo reclamaron de su orden, el caso es que se marchó y allí murió años después (1973); pero ya te digo que tenía una mentalidad avanzada... Entonces todas sus sobrinas eran jóvenzanas y se bañaba con ellas en “La Presa” del Ebrón, imagínate ver un cura en bañador entre tantas mozas..., aquello era un escándalo para la gente mayor del pueblo. Otra vez viajó a Nueva York y de regreso nos trajo una corbata a cada uno, pero era una corbata peculiar, porque tenía pintada una chica en bikini, no veas la que se armó... Cuando regresó a América le veía mucho Vidal Gimeno, que iba en un avión de Iberia y viajaba cada semana para allá...

¿Cómo fue lo de tocar por los pueblos?
  • Pues nada, que regresé a Torrebaja y los domingos me buscaban para tocar, íbamos a los garajes o en la plaza y tocaba el acordeón, para que los mozos y mozas bailaran, luego me daban algo, no recuerdo cuánto, pero no sería mucho... Antes de irme a la mili estuve tocando un año entero en Ademuz todos los domingos y festivos, tocábamos en un salón, iba con “la Ponciana” de Los Santos, ella hacía la batería y yo el acordeón. Recuerdo un año en Alfambra que fue para la fiesta de los quintos y tacaba en un salón: un par de días antes se me acerca uno y me dice: “Dice fulano que si el domingo tocas toda la tarde sin parar, que nos regala tres corderos...” –y allí estuve toda la tarde sin parar, desde media tarde hasta las diez de la noche; y nos dieron los corderos y nos los comimos-. Cuando tenía sobre 16 ó 17 años estuve tocando en Motos (Guadalajara), iba en coche de línea hasta Orihuela del Tremedal y luego en macho hasta el pueblo, allí comía, cenaba y dormía cada día en la casa de una moza..., y me gastaban bromas: sal en la cama, pelos, la petaca... Aventuras de este tipo te contaría sin parar. Durante dos o tres años toque para las fallas en el Puerto de Sagunto (Valencia), en un salón que llamaban “La Palmereta”, fue con la banda de un tal Modesto Vinares que había venido de Brasil, allí tocábamos sambas, salsa y ese tipo de música. También me buscaban para las fiestas de los quintos en enero: recuerdo una vez en Santa Cruz de Moya, La Almela, Las Rinconadas..., me pasé dos semanas con ellos, tocando todos los días..., hacíamos baile, pasacalle y todo eso. También estuve en Alfambra (Teruel), estando allí me cogió una buena nevada. El año que me fui a la mili (1959), fui por “San Antón” a las minas de Rillo, y allí estuve los tres días de fiesta. También nevó ese año y como eran fiestas por otros pueblos de la zona, me llevaban de uno a otro en uno de aquellos tractores de entonces, y acabé en Cervera del Rincón, recorriendo todos los pueblos de Campo Visiedo, celebrando a San Antón, San Sebastián, Santa Águeda, la Candelaria... Ese recorrido fue por causa de la nieve, en los pueblos tenían orquestas contratadas, pero como no circulaban los coches de línea, pues me contrataron a mí, y me llevaban de un pueblo a otro con los machos... Por eso fue de llegar a la mili varios días tarde, cuando todos estaban ya vestidos de uniforme... Sí, hice la mili en Paterna (Valencia), con varios mozos de Torrebaja; allí me encontré con Evaristo Tortajada, hijo del pueblo -se refiere al militar señor Evaristo Tortajada Aliaga (1922-2008)-, que estaba de sargento instructor y me ayudó a instalarme... Después de la mili ya no volví a salir por los pueblos.

Y, ¿cómo fue lo de aficionarte a la música religiosa, porque una cosa es tocar para bailar y otra en un oficio litúrgico?
  • Bueno, pues fue también por el padre Pinazo... Aquí no había órgano y para las fiestas se subía uno que había en Casasbajas, con el que hice mis primeros pinitos; por esa época fue que José Manzano (a) el Carabinas, que era ingeniero, regaló el “armonium” que tenemos y el padre Pinazo lo tocaba; entonces ya había aquí un buen coro parroquial formado por los mozos de entonces: Paco “el de Severino”, Jesús “Mochilo”, Olga, mi prima Emilia... De ahí me viene la afición, de las ideas que me daba el padre Pinazo y de lo que aprendí con Mari Carmen Villena y con su padre, don Ángel, que sabía mucha música y venía los veranos por aquí...
El señor Daniel Aparicio Sánchez, organista, durante una actuación del Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz (Valencia), en Moya (Cuenca).

El coro actual, sin embargo, parece mucho más reciente.
  • Sí, el de Torrebaja empezó a formarse con don Antonio Godino Córcoles, un cura muy inquieto que luego se marchó a Cuba... Don Antonio era “kiko”, del camino neocatecumenal y en las celebraciones que hacíamos se cantaba mucho, antes y después de cada lectura, claro son ritos con muchos cantos... Y lo del coro interparroquial comenzó con don Antonio Pérez Sesé, el cura de Ademuz que luego marchó a Chelva, éste también sabía música y tocaba el órgano: comenzamos a reunirnos de los distintos pueblos y hasta ahora, con altibajos y épocas mejores, como cuando las ferias comarcales, donde siempre hacíamos funciones con canciones profanas que tenían mucho éxito... Durante años nos dirigió Andrés Soriano Pescador (el panadero de Ademuz), hasta que cayó enfermo y falleció; luego Abel Muñoz Sánchez (el constructor de Casasaltas), que era del coro, él dirige ahora y hace lo que puede, aunque ha progresado mucho... Pero es muy sacrificado, porque hay que ensayar todas las semanas, en Ademuz y Torrebaja, y la mayoría de gente del coro son mujeres mayores.
La actividad profesional principal del señor Daniel ha sido la construcción; luego cambió, dedicándose a la producción de grava y su transporte, “primero sacamos el árido de la rambla, lo clasificamos y luego se hace el hormigón” según lo demandan. El hormigón es un producto que no se puede transportar muy lejos, “pues tiene una vida corta, no más de una hora y media o dos”, mientras que el árido ya se puede llevar a cualquier sitio, al igual que las arenas. En política se considera de centro-derecha, y ha participado como concejal del Ayuntamiento de Torrebaja en varias legislaturas, siendo conocedor de todos los vericuetos administrativos municipales y provinciales.

Sin embargo, la afición que ha llenado su vida ha sido la música: al principio la profana y en los últimos años la religiosa, hasta el punto que su presencia se hace necesaria en cualquier celebración que se precie. Tras la primera lectura en la Misa, ataca los salmos con la misma severidad y pasión que una buena comida, pues es hombre al que también le gusta cantar y gozar de la vida. El señor Daniel está casado con la señora Amelia Miguel Asensio (Mas de la Cabrera-Tramacastiel, 1945), y tiene dos hijas (Eva y Marta) y un hijo (Daniel), ya mayores. Se considera persona creyente y religiosa; aprovecho el punto para recordarle una cita de François-René de Chateaubriand que dice: “la religión cristiana es esencialmente melodiosa, por la única razón de que ama la soledad. [...] publica sin cesar las alabanzas del Creador, y nada hay más religioso que los cánticos que cantan, acompañados del viento, las encinas y las cañas del desierto. [...] El Cristianismo ha inventado el órgano, [...] (y) salvó la música en los siglos bárbaros...” –y se sonríe, con una mueca de sorpresa y aceptación-.

El señor Daniel Aparicio Sánchez, organista, durante una actuación en Moya (Cuenca)
En suma: al señor Daniel se le tiene por persona servicial, siempre sonriente, de trato agradable y buen conversador, aunque también tiene su genio, no se vayan a creer; sin embargo, es una de estas personas que difícilmente saber decir que no cuando se le demanda un favor. De hecho, las gentes de los pueblos y aldeas del Rincón de Ademuz nunca agradeceremos bastante su disposición y fidelidad para con el Coro Interparroquial: de la misma forma que “los ángeles nos han legado el canto, porque el manantial de los conciertos está en el Cielo” –Chateaubriand, dixit-: a nosotros los rinconademucenses actuales el Cielo nos han regalado al señor Daniel, organista de Torrebaja. Vale.

© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).

NOTAS:
[1] Para ampliar datos sobre esta familia, Vid: SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Aurora Sánchez Fortea, la persistencia de la memoria, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2009, vol. III, pp. 53-72.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz en el LIV Septenario de Moya (Cuenca), en:

El Coro Interparroquial del Rincón de Ademuz (Valencia), en Moya (Cuenca).

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