sábado, 9 de marzo de 2013

MARÍA PEINADO PEINADO, NATURAL DE GRAJA DE CAMPALBO Y VECINA DE ADEMUZ (y II).

Recuerdos –evocaciones y remembranzas-, a propósito 
de su centésimo cumpleaños.


Viene de:



        Entonces, ¿pasó usted la guerra en Ademuz, o se marchó con su padre...?
  • <Como le decía, después de la quema del archivo municipal y del juzgado de Ademuz mi padre ya quiso que nos marchásemos a Santa Cruz, pero los que mandaban en el Ayuntamiento no le dejaban que se fuera. Entonces tuvo que buscar un justificante del oculista que le trataba, pues padecía de la vista, para que le hiciera un informe conforme estaba perdiendo mucha vista y podía quedarse ciego, y poder así dejar su cargo... Pero no lo pudo conseguir hasta el año siguiente: Lo de la vista era cierto, pues mi padre murió ciego... Además, como Modesto y yo ya festeábamos, y él se quería marchar voluntario a la guerra si yo me iba, nos casamos: Eso fue el 24 mayo de 1937... Nos casó el juez y fue por la tarde: Estuvimos los novios, los padres de cada familia y los testigos. Me casé con un traje de calle, color azul oscuro. Mi marido llevaba un traje de caballero de los de entonces... Nos pusimos a vivir en la misma casa de mis padres, porque a los pocos días de casarnos ellos y mis hermanos se marcharon a La Rinconada, una aldea que hay frente a Santa Cruz de Moya, de donde era mi madrastra... Después nos pusimos a vivir con mi suegra, pues mi marido tenía que ir a controlar el trabajo del campo y yo me quedaba sola: Entonces, si no trabajabas la tierra te la requisaban y se la quedaba la Colectividad que montaron aquí... Pero a los pocos meses de casarnos –esto sería ya en vísperas de Navidad, pues yo ya estaba embarazada de la hija mayor- vinieron los del Comité y dijeron que tenía que marcharse a la guerra, y se lo llevaron junto con otros de aquí: El telefonista, Alfonso el marido de Pura, el hermano del tío Luis, el Morro de Casasaltas, mi marido... -unos seis o siete en total-. Claro, mi marido y todos los que se llevaron eran de derechas... Porque cuando la República sucedió que hubo algo de movida contra la Guardia Civil por parte de la gente más exaltada del pueblo, y mi marido y otros se pusieron de parte de los guardias, para protegerlos: Eso le señaló y pudo tener que ver con el hecho de mandarles para el frente, cuando ya estaban fuera de su quinta... Se lo llevaron y cuando la toma de Teruel por los rojos, estuvo cavando trincheras con nieve hasta las rodillas: Aquello fue muy duro para él, pues nunca había trabajado en el campo, toda su vida estudiando... –cuando empezó la guerra había terminado tercero de medicina en Valencia-. Por eso me decía: ¡María, en cuanto termine la carrera nos casamos...! Pero la guerra lo truncó todo... Bueno, antes de llevarse a mi marido, le hacían ir con frecuencia al Comité, allí le pedían dinero, pero él decía que su madre no tenía dinero, y era la verdad. Entonces ellos le amenazaban: ¡Pues si no tienes dinero, nos llevaron una finca...! -él se marchaba cabizbajo, pero al poco volvían a llamarle...-. Por eso le decía a mi suegra: Madre, yo no puedo aguantar esto, ¡o me caso o me voy a la guerra...!>.
La señora María Peinado Peinado (Graja de Campalbo-Cuenca, 1913), durante la entrevista (2013).

            Sigue diciendo:
  • <Sobre lo que me preguntaba... Pues cuando se llevaron a mi marido me quedé sola con mi suegra, y embarazada: Por eso fue de venir mi padre y llevarme con él a La Rinconada... Muchas veces me he arrepentido de haberme casado estando en guerra, aquello fue un error: Si hubiera tenido madre no me hubiera dejado casarme, pero... Bueno, en La Rinconada estuvimos muy bien, aquello era muy tranquilo, mi madrastra descendía de allí y tenía casa y algunas fincas de huerta, y pusieron animales de corral, gallinas, conejos y eso... El pan nos lo bajábamos de Campalbo, que queda por encima de Santa Cruz. Cuando me llegó la hora de parir me atendió don Justo, el médico de Santa Cruz, que después resulto ser tío de mi yerno... De aquel parto nació María Rosa, mi primera hija; esto fue en abril de 1938... Cuando nació, mi marido estaba en la guerra; y cuando regresó, la niña ya andaba... Recuerdo que mi padre fue a Valencia por entonces y se trajo a Santa Cruz una caja de botes de leche condensada para la niña, que me vino muy bien para sacarla adelante... Sí, después tuve otro hijo, al que llamamos Evelio, pero murió antes de cumplir los tres añitos: esto ya en noviembre de 1941... El niño llevaba mucho desarrollo, se criaba muy bien y era como su padre, con el pelo rizado... El día de Todos los Santos yo compré unos pasteles en la tienda de Juanito: Al tal Juanito lo fusilaron después de la guerra, pues parece que estuvo implicado en la muerte de don Blas, el sacerdote de aquí... –yo no lo vi, pero así se dijo-. Juanito fue marido de Isabel, hija de la tía Mercedes la Sastra... Como le decía, compré en la pastelería de Juanito unos pasteles, para después de comer... Nos comimos los pasteles muy a gusto, pero no sé si le sentaría mal a Evelio, pues tuvo un ataque de meningitis y murió... Mi marido estuvo muy afectado con la muerte del niño; todos lo estuvimos, pero él le tenía mucha pasión... Fíjese si han pasado años desde entonces, pero continuamente le llevo en el pensamiento: ¡Evelio, hijo mío, siempre estoy contigo...! –eso le digo todos los días-. Después tuvimos otra hija, Ana, que nació en 1944... Ana se casó con Jesús Blasco –se refiere a Jesús Blasco Sánchez (Casasbajas, 1946)-, sobrino de don Justo –se refiere a don Justo Blasco Alamán-, el médico de Santa Cruz que me atendió en el parto de María Rosa en La Rinconada... Siendo moza, María Rosa se marchó a trabajar a Inglaterra y allí conoció a un chico italiano, con el que se casó y tuvieron dos hijas: Almudena y Antonieta...>

            Se nombra aquí a un tal Juanito, “marido de Isabel, hija de la tía Mercedes la Sastra...”. Entre los vecinos de Ademuz fusilados después de la guerra figura un individuo de nombre Juan Dolz Dolz, nombrado en la Causa General de Valencia, ramo de Ademuz. Según parece, el tal Juanito era hermano de Salvador Dolz Dolz, que fue concejal del primer Ayuntamiento o Comisión Gestora de Ademuz durante la revolución, de filiación anarquista (CNT).[1]

La señora María Peinado Peinado, con su hija Ana Camañas Peinado (Ademuz, 1944), durante la entrevista (2013).


            ¿Qué fue de su marido durante la Guerra Civil, por dónde estuvo?
  • <Ya le digo, primero estuvo cavando trincheras en la zona de Teruel; esto cuando la toma de la capital por los rojos, con nieve hasta la rodilla; después estuvo por el Norte, y le daban mala vida... Es por ello que estando en la zona de Avilés decidió pasarse con los nacionales, junto con otros de aquí... Pero en el momento de pasarse, los demás se rajaron y lo dejaron solo –él les llamaba, pero los otros debieron arrepentirse, porque no contestaron-: Contaba que estuvo varios días escondido en una cueva, sin agua, comiendo sólo almendras. Cuando ya no pudo más, salió a beber a un río o fuente que había, y fue cuando lo apresaron los nacionales... Les contó su historia, pero no le valió, pues lo llevaron detenido, pensando era un espía de los rojos... No le dejaron ni volver a la cueva donde había dejado su mochilla, la ropa de civil que se había comprado y demás cosas que llevara. Detenido, lo llevaron a León y estuvo encerrado en la catedral de San Marcos. Contaba que por la noche no podía dormir, pues en mitad de la noche venían con una linterna buscando a gente y se los llevaban para fusilarlos: Cuando los nombraban, algunos se caían redondos... Claro, sabían lo que les esperaba; además, estaban mal alimentados. Estando allí conoció a un cura que había al cargo de los presos, y le rogó le proporcionase lo necesario para escribir una carta a Zaragoza: Sí, quería escribir a un sacerdote que conocía, muy amigo de mis suegros, para que intercediera por él ante las autoridades nacionales y lo dejaran salir, pero el cura de León se lo negó: Sí, el hombre tuvo poca caridad... Y allí estuvo pasando penalidades hasta que terminó la guerra y lo soltaron... A Ademuz vino a primeros de abril de 1939, después de pasar por Valencia, donde unos familiares le dieron ropa limpia y calzado, pues llegó casi descalzo... Cuando llegó aquí, me dijo: No puedo seguir estudiando, María, he perdido la memoria... –y dejó los estudios-. En la guerra perdió la salud y ya nunca volvió a ser el que había sido... Murió el 7 de febrero de 1971, a los 64 años: Rincón de Arellano me escribió dándome el pésame, pues había sido su médico y se enteró de su fallecimiento...>
     


Se nombra aquí al doctor don Adolfo Rincón de Arellano García (1910-2006) médico cardiólogo y político, que fue Alcalde de Valencia (1958-1969).[2] Recapitulando sobre lo testimoniado, resulta de interés el comentario de la entrevistada, cuando dice que a su marido, el señor Modesto Camañas Zaragoza (1907-1971), se lo llevaron a la guerra junto con otros de Ademuz, todos ellos gente de derechas... Por la fecha en que lo enrolaron, antes de Navidad de 1937, bien pudo participar en la batalla de Teruel, “cavando trincheras y con nieve hasta la cintura” durante la ofensiva republicana sobre Teruel; después estuvo por el norte, siendo en Avilés donde le capturaron los nacionales, al intentar pasarse a su bando. Por su fecha de nacimiento, el señor Modesto pertenecía a la quinta del 27 –se entraba en quintas al cumplir los 20 años-. Asimismo, se halla documentada en la comarca la incorporación a filas de gente mayor -a los que denominaron “de la quinta del saco”-: Francisco Luz Yuste (1894-1986), natural de Sesga (Ademuz), de la quinta del 14; Justo León Sánchez (1899-1978), natural de Vallanca, de la quinta del 19;[3] Alfredo Sánchez Esparza (1905-1983), natural de Torrebaja, de la quinta del 25.[4] También está documentada la incorporación a filas de personas jóvenes: Miguel-Higinio Simón Roque (1918-1938) y José Rodríguez Sánchez (1918-1938), ambos naturales de Puebla de San Miguel, de la quinta del 38, también llamada “del biberón” o "del chupete", por su juventud.[5]

El señor Modesto Camañas Zaragoza (1907-1971), con don Joaquín-Tomás Teruel Eslava, que estuvo de médico en Ademuz (Valencia) durante muchos años.


            ¿Recuerda alguna otra anécdota o historia de la Guerra Civil?
  • <Claro, le podría contar y no parar... Recuerdo a mi cuñada Enriqueta, una hermana de mi marido... Se casó con un boticario de Chelva, José Domingo, que tenía oficina de farmacia en Terriente, un pueblo de la sierra de Teruel... El hombre era muy de izquierdas, creo que comunista, y le dio muy mala vida a mi cuñada: Claro, se produjo un choque entre ambas familias, pues la nuestra era de derecha y la de él de izquierdas, muy roja... Después de la guerra al farmacéutico lo metieron en la cárcel, porque estando en Terriente se enteró de una farmacia en Algemesí que se había quedado sin boticario, pues lo mataron... El caso es que se aposentó de aquella farmacia como si fuera de él, por eso fue de encerrarlo cuando terminó la guerra, porque lo denunciarían... En la familia de mi marido no querían al boticario y lo criticaban, porque le daba mala vida a la hija. Pero ella no hacía más que defenderle, porque le quería... Fíjese como sería el hombre que tuvo un hijo en la guerra y, ¿sabe qué nombre le puso?, pues “Revolución”: Claro, era un extremista... Mi suegra no lo podía ver, pero cada vez que su hija iba a visitarlo a la Cárcel Modelo de Valencia, le llenaba dos maletas de panes, además de cosa del cerdo y lo que podía... Porque mi cuñada se quedó sin nada y con el marido en la cárcel... El hijo mayor, al que pusieron "Revolución", murió durante la guerra. Después tuvieron dos hijos más: Enrique y Pepe... –uno se hizo veterinario y el otro maestro, esto gracias a la ayuda de mi marido y sus hermanos; porque ya le digo que se quedaron sin nada. Claro, todo salió de la casa de mi suegra, la señora Mª Rosa... José Domingo estuvo después en Alpuente, donde falleció...>

            Y continua:
  • <También recuerdo que al comienzo de la guerra hubo escondidos en casa de mi suegra unos frailes del convento de Garaballa... Sí, estuvieron aquí escondidos y una noche de luna, un cuñado mío, hermano de mi marido, que estaba casado con una señora de Landete, los encaminó hacia Teruel, para que se pasaran con los nacionales... Nadie supo que estaban aquí, y ya le digo: Una noche, vestidos con ropa de paisanos, se marcharon... –esto fue al comienzo de la guerra, cuando comenzaron a perseguir y matar a los curas-.>
La señora María Peinado Peinado, durante la entrevista (2013).


            Señora María, ¿cómo fue el fin de la Guerra Civil, qué pasó en Ademuz...?
  • <Pues aquí hubo mucho padecimiento, algunas personas sufrieron mucho, y fusilaron a varios que se habían destacado cuando la guerra... El fin de la guerra nos cogió en La Rinconada, entonces mi suegra mandó una nota para que regresara a Ademuz: Hija, vuelve a Ademuz, aquí esperaremos a tu marido y a mi hijo... –y eso hice, me subí a Ademuz con mi hija María Rosa, a casa de mi suegra-. A nosotros no nos faltó de comer, pero también trabajamos lo nuestro... El dinero no nos valió, dijeron que lleváramos el dinero que teníamos, que nos devolverían los billetes buenos, pero no nos devolvieron nada... Gracias a mi abuelo de Campalbo que nos dio algún dinero a mi hermana Eloisa y a mí, con eso sobrevivimos... Porque mi suegra, con todo lo que había tenido, y su casa tan grande, se quedó arruinada: Tuvo que vender unos huertos que tenía en la rambla de la Virgen para pagar la contribución de ese año... Claro, tenga en cuenta que le habían requisado muchas cosas, faltaba la cosecha y el dinero no valía... Hasta la siguiente cosecha de manzanas lo pasamos mal: Claro, había que esperar a coger la fruta y venderla, y que la pagaran... Fueron años muy malos... Yo nunca había amasado, pues allá donde iba mi padre comprábamos el pan y todo, pero tuve que aprender todas las faenas: Porque entonces no había panaderías como ahora... Aprendí muchas cosas, sin madre que me enseñara... A los tres hijos les di el pecho, la pequeña hasta los tres años, ya llevaba dientes: Ella se lo quitó cuando quiso, cuando ya comía de todo...>

            Y concluye diciendo:
  • <Gracias a Dios, en nuestra casa no pasamos hambre, ni nos ha faltado nunca ropa de cama ni de abrigo... Matábamos dos cerdos y para aumentar las carnes aún compraba yo algo de magro para el embutido... Pero también he conocido casos de mucha miseria en Ademuz: Recuerdo una mujer que venía a pedirme unas cucharadas de grasa para guisar..., ¿no le parece a usted poca pena que alguien pidiera para comer lo que otros tirábamos? Había otra que su marido se iba a labrar al monte sin nada para comer, y mi suegra le daba un tazón con morcillas de harina para que comiera algo...>

            Y ya para terminar, ¿cómo se encuentra usted a los cien años, cómo ve la vida actual en relación con la de su infancia y primera juventud?
  • <Me encuentro perfectamente, he tenido siempre una salud de hierro, he trabajado y vivido mucho y doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado a vivir... Sólo tomo una pastilla para la tensión, pero como de todo y todo me sienta bien, aunque poca cantidad, porque no hago ejercicio. Duermo siete horas diarias, me acuesto a las diez de la noche y me levanto tarde, aunque me despierto temprano: Me despierto de madrugada y me tomo un yogur que me deja mi hija en la mesita, después me acuesto otra vez y allí estoy, recordando mi vida, pensando en mis cosas, rezando... No sé por qué será, por la guerra o por otras circunstancias, pero pienso que la gente de hoy no es tan buena como la de antes; hoy no se cree ni en el vecino... La gente colabora menos, no hay tanta confianza y solidaridad como antaño, en que las familias se ayudaban... Lo que le contaba antes de mi cuñada, la que se casó con el farmacéutico: Después de la guerra se quedaron sin nada y los hermanos de ella dieron carrera a sus hijos, a cargo de la hacienda común... –hoy no sé si alguien lo haría-. La vida ha cambiado mucho desde entonces, yo no sé qué habrá pasado pero los tiempos actuales nos hace ser malos y ocuparnos sólo de lo nuestro, sanparamí y samparayó... –eso es lo que predomina hoy, y así vamos al caos-. No, no soy optimista, porque ya me dirá usted si esto que está sucediendo tiene buen arreglo... Antes había un tipo de esclavitud, con mucha gente pobre; pero ahora hay otra y somos esclavos de cuatro mandatarios que gobiernan el mundo en su beneficio y a su antojo: Ahora nos esclavizan creándonos necesidades y con impuestos... –esto no traerá nada bueno, nada bueno...-. Si se arregla será dentro de muchos años; todo por culpa de los avariciosos... Antes la gente vivía más en contacto con la naturaleza y tenía más humildad; hoy domina el dinero, pero el dinero no se come...>
La señora María Peinado Peinado, con su hija Ana Camañas Peinado, durante la entrevista (2013).


            Palabras finales.
           La entrevista duró una hora y media larga, pero se nos pasó volando... A ello contribuyó la confianza que se generó entre nosotros, y el suave calorcito de la estufa que caldeaba la habitación... La señora María hablaba pausadamente, con la certeza propia de la persona que tiene experiencia: su rostro, la mirada, el tono de su voz y sus gestos evidenciaban seguridad y determinación. En la entrevista estuvo presente la hija de la interrogada –señora Ana Camañas- y el esposo de ésta –señor Jesús Blasco-, que también participaron en la conversación, anotando algún detalle a la charla. Durante la plática tomamos té con un trozo de pastel casero.
            La memoria y agilidad mental de la señora María resultan prodigiosas, podría decirse que posee más lucidez que otros a los cuarenta años; además de estar bien informada de lo que sucede en España y en el mundo, pues le gusta ver la televisión, los noticiarios y programas de actualidad.
            Ciertamente, su vida ha sido larga, y cien años dan para mucho gozar y mucho sufrir... Nació en un pueblito de Cuenca próximo a la aldea de Manzaneruela, en el entorno de Landete y Talayuelas. Se quedó huérfana de madre siendo niña y la criaron sus abuelos paternos de grata memoria, junto con su hermana y una prima: el abuelo las llamaba su mariposas negras, porque vestían de luto. Casó con un mozo de Ademuz, localidad donde su padre era secretario del Ayuntamiento. Vivió la guerra en Ademuz y La Rinconada, aldea de Santa Cruz -de donde era la segunda mujer de su padre-: allí nació su primera hija, María Rosa. Cuando el marido regresó de la guerra la niña ya andaba... Tuvo dos hijos más, Evelio, que murió siendo un niño y Ana, la hija con la que actualmente vive en Ademuz. Se quedó viuda con 58 años, pero siente que la vida ha sido pródiga con ella: He tenido siempre una salud de hierro, he trabajado y vivido mucho y doy gracias a Dios por todo lo que me ha dado a vivir... Da su existencia por cumplida y bien empleada, tiene dos hijas y seis nietos: dos chicas de su hija mayor –Almudena y Antonieta- y cuatro chicos de la pequeña: Jesús, Raúl, Carlos y Luis.

En suma: a punto de cumplir los cien años, con la cabeza despejada, pudiendo valerse por sí misma y teniendo cerca personas que la quieren y la cuidan, ¿qué más puede pedirse en esta vida? ¡Felicidades por su centenario, señora María, y muchas gracias por atender mi solicitud, pues ha sido un placer conocerla y escucharla! Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).


[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2011, vol. IV, p. 38, 171, 178, 201, 203, 207, 208, 213, 235, 236, 237 y 238.
[2] Adolfo Rincón de Arellano Garcia. (2012, 12 de octubre). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 12:25, marzo 5, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Adolfo_Rinc%C3%B3n_de_Arellano_Garcia&oldid=60472403.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN (2009), vol. III, p. 124 y 159.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), vol. II, p. 173.
[5] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el cementerio de Puebla de San Miguel, en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2012/01/iconografia-funeraria-en-el-cementerio_21.html, del sábado 22 de enero de 2012.

MARÍA PEINADO PEINADO, NATURAL DE GRAJA DE CAMPALBO Y VECINA DE ADEMUZ (I).

Recuerdos –evocaciones y remembranzas-, a propósito 
de su centésimo cumpleaños.


“Antes la gente vivía más en contacto con la naturaleza y
tenía más humildad; hoy domina el dinero,
pero el dinero no se come...”.



            Palabras previas.
            Hace unos años que conozco a la señora María –me refiero a María Peinado Peinado (Graja de Campalbo-Cuenca, 1913)-, madre de Ana Camañas, la cual era y es amiga de mi esposa, siendo este el vínculo inicial que me llevó a conocerla. Nuestro primer encuentro fue en el otoño de 2007, para hablar acerca de lo que ella recordaba de don Blas Mañes Palomar, cura párroco y arcipreste de Ademuz (Valencia), asesinado en La Huérguina (Cuenca) durante la revolución -el 14 de agosto de 1936-.[1]
            Desde entonces la he visitado esporádicamente, maravillándome siempre su magnífico estado físico y claridad mental, algo inapreciable en una persona que –si Dios quiere- pronto cumplirá 100 años: ésta fue la razón primordial que en esta ocasión me llevó a entrevistarla. Previamente, se lo comenté a su hija Ana, con quien vive en Ademuz, y como le pareciera bien, una tarde de domingo de comienzos de marzo quedamos para charlar. Cuando llegué a su casa, la señora María se hallaba sentada en la esquina de un sofá de la sala de estar familiar, arrebujada en una manta, junto a la estufa. Me recibió con una sonrisa, dándome la mano y con la intención de levantarse, cosa que le impedí: ella es persona educada a la antigua, cortés y servicial, de las que llaman de usted a los que tienen título universitario. Varias veces le dije que me tratara de tu, aunque sólo fuera por la edad, pero no lo conseguí: A los médicos, a los curas y a los maestros hay que tratarles de usted, porque tienen don... -me contestaba-.
            Iniciamos la conversación hablando de la actualidad, de lo que ocurre en España y en el mundo... Porque la señora María está enterada de lo que sucede, todos los días mira la televisión, aunque tanto ajetreo la marea un poco. Pero sí, está al día de las noticias y no le gusta nada como pinta el panorama social y político en la España de hoy: No, no me gusta nada lo que sucede actualmente, y lo que pasa tiene mal apaño... –manifiesta con desagrado-.

La señora María Peinado Peinado (Graja de Campalbo-Cuenca, 1913), 2007.


            Contenido de la entrevista.
            Le hago saber a mí entrevistada que cuando vamos a Valencia desde el Rincón de Ademuz solemos hacerlo por Utiel, yendo por Manzaneruela, La Graja de Campalbo y Talayuelas (Cuenca), y que cuando pasamos por allí siempre la mencionamos: ¡Mira, este es el pueblo de la señora María...! –dice mi esposa o yo, cuando no ambos a la vez-.

            Señora María, usted nació en Graja de Campalbo, ¿qué puede decirme de su infancia, de su familia, padres y hermanos?
  • <Pues sí, yo nací en la Graja de Campalbo, un pueblito de Cuenca, en Castilla-La Mancha; una zona de mucho cereal... Según me dijeron, nací el 23 de diciembre de 1913, ya de madrugada, más bien el 24, pero en los documentos pusieron el día 23... Claro, nací en Campalbo porque mis padres eran de allí: Mi padre fue Victoriano Peinado Hernández (1892-1978), hijo de Victoriano Peinado Peinado, el Estudiante y mi madre María Peinado Argudo, hija de Antonio y de Petra... Ella fue hija única, pero por parte de mi padre fueron tres hermanos: él (Victoriano), José y Modesta. Modesta casó temprano y murió de sobrebarto, dejando una niña, Consuelo... Esto era frecuente entonces, muchas mujeres morían al dar a luz... A la niña la amamantó una ama de cría: Sí, una mujer que estaba criando le daba el pecho a su hijo y a la niña de mi tía Modesta... Hoy no sé si eso podría darse, porque muchas madres no quieren dar el pecho ni a sus propios hijos. Cuando dejó de mamar, a la niña la recogieron los abuelos paternos... Siendo yo pequeñita -como de 2 años- mi madre fue a visitar a una vecina enferma de fiebres y tuvo que ayudar a cambiarla, porque estaba empapadita en sudor: Entre ella y otra desvistieron a la enferma y le pusieron camisa limpia, y también le cambiarían la cama, el caso es que se contagió de aquellas fiebres y en poco tiempo murió -esto fue el 29 de agosto de 1915-. Así que nos quedamos solas mi hermana Eloisa y yo, con mi padre: Los abuelos paternos nos tuvieron que recoger, pues la abuela materna -Petra Argudo-, ya había fallecido... Sí, mi prima Consuelo, hija de mi tía Modesta, mi hermana mayor y yo nos criamos juntas, como hermanas... Ella era mucho mayor y recuerdo que nos peinaba y cuidaba de nosotras... A mi abuela paterna le decían Eladia Hernández: Su madre murió joven y su padre falleció de un infarto en el campo, y se quedó solita; la criaron sus tíos, pero según sabemos descendía de los condes de la Concepción: Es por eso que los Peinado de Ademuz tenemos una lejana vinculación con ese título nobiliario, que parece nadie ha reclamado y se ha extinguido...>

            Se cita aquí a la Graja de Campalbo, un municipio de la provincia de Cuenca, con una superficie de 22,3 km² y una población de 113 habitantes, lo que le supone una densidad poblacional de 5,07 hab/km².[2]

Vista general de Graja de Campalbo (Cuenca) [Tomada Wikipedia, La enciclopedia libre].


            Sigue diciendo:
  • <Claro, al quedarse viudo mi padre tuvo que volver a la casa paterna, por eso fue que nos criamos las tres huérfanas como hermanas en casa de los abuelos, Victoriano y Eladia. Ya moza, mi prima Consuelo se casó y tuvo dos hijas, de las que todavía vive una, que no tiene descendientes... Mi abuelo nunca trabajó en el campo, aunque poseía mucha hacienda, por eso tenía dos pares de caballerías... Claro, tenían mucha hacienda y sus padres lo mandaron a estudiar al seminario de Cuenca: En su época no estudió otro chico en el pueblo que mi abuelo, por eso le decían el Estudiante, y a mi familia paterna los Estudiantes... Después de estar en el seminario se hizo maestro y volvió a Campalbo; fue entonces cuando se casó con la abuela Eladia, la que le digo que descendía de los condes de la Concepción...>

           Se menciona aquí al conde de la Concepción... Dicho título le fue concedido -en 1790- a Ignacio Llopis Ferris, regidor noble de la capital del reino de Valencia -en 1775-, como merced tras su asistencia como Diputado a las Cortes de 1789; fue el primer fiscal de la Audiencia de Extremadura (1790-94).[3]

  • <Claro que fui a la escuela del pueblo, empecé a a los seis años y cuando entré ya sabía leer y escribir, pues el abuelo, al que ya le digo que llamaban el Estudiante nos había enseñado las letras... Los abuelos tenían una casa muy grande, recuerdo que había un cuarto a modo de despacho al que llamábamos “el cuarto de los papeles”, donde mi abuelo tenía las cosas de su trabajo, un armario grande con libros y eso, pues él llevaba la Secretaría del Ayuntamiento y toda la cosa administrativa... Recuerdo que recibía un periódico de Madrid que llamaban “El Sol”. El abuelo nos decía a mi hermana y a mí: ¡Hala, muchachas, al cuarto de los papeles..! –porque a él le daba vergüenza decir en Campalbo que tenía despacho-: Sí, mi hermana Eloisa y yo entrábamos como dos ovejicas a dar la lección y escribir; allí había sillas y una mesa, todavía me acuerdo del tapete que tenía... Nos enseñaba las letras: Mirad, hijas, hay dos ies, la griega y la latina... Así aprendimos las letras y las palabras que llevaban –h al principio o intercalada... Por eso fue que cuando entramos a la escuela yo ya sabía leer y escribir... A la escuela íbamos los niños y las niñas juntas, al maestro le decían don Joaquín: El hombre llevaba bigote, pero no sé de donde sería... Ya le digo, cuando entré a la escuela ya sabía leer y escribir... Antes de los seis años me aprendí de memoria el abecedario y me acuerdo todavía –en este punto la señora María se puso a recitar el abecedario, sin equivocar una letra-. Cuando los chicos se portaban mal en la escuela, el maestro les pegaba en las manos con una regla que tenía; pero a nosotras nunca nos pegó, no sé si le dábamos lástima... Mi abuelo nos quiso mucho a mi hermana y a mí... Cuando nevaba, porque en Campalbo nieva mucho, el abuelo nos decía: ¿Queréis ver nevar?, pues subid a la cámara... –nosotras subíamos y desde un ventanuco veíamos como caía la nieve, cubriéndolo todo de blanco... Sí, la cámara es la cambra que llaman aquí; también había trojes para el grano, el trigo, la cebada... El abuelo tenía un carro de pértigo, y con dos animales iba a Utiel para vender trigo en la fábrica de moler. El trigo lo llevaba en talegas y cuando volvía traía lo que se necesitaba en casa, harina o lo que fuera: Recuerdo unos rollos grandes de pan muy bueno, y para nosotras una bolsa con cacahuetes tostados que nos gustaban mucho... Claro, para nosotras eran una golosina... Ya le digo que el abuelo nos quiso mucho; nos sentaba en sus rodillas y nos acariciaba el cabello, diciendo: ¡Hay, que dos mariposas negras tengo...! -porque nosotras, desde la muerte de mi padre íbamos vestidas de luto-. Y nos daba buenos consejos: ¡Mirad, hijas mías, si os veis en peligro de muerte, rezad el “Yo pecador” y os sirve de confesión! -porque él era muy creyente-. Y sed siempre humildes... –eso nos decía-. A mi abuela Eladia la recuerdo siempre llorando, todos los días lloraba, evocando a su hija y a su nuera muertas... Sí, ellos murieron en Campalbo, ya mayores...>
 

Se nombra aquí al periódico “El Sol”, célebre publicación ilustrada, de tendencia liberal y regeneracionista -fundado en 1917 por Nicolás María de Urgoiti, a la sazón director de La Papelera Española-,  desaparecido tras la Guerra Civil (1936-39). Las ideas que rigieron la fundación del periódico fueron de carácter económico, además de cultural y político. Su máximo exponente fue el pensador José Ortega y Gasset, quien tras dejar “El Imparcial” se convirtió en el colaborador estrella de la nueva publicación.[4] Resulta de interés la mención de este importante diario madrileño, al documentar su recepción por el señor Victoriano Peinado Peinado (a) el Estudiante, abuelo paterno de la entrevistada, en un lugar tan apartado como podía ser entonces Graja de Campalbo (Cuenca), singularmente en aquellas primeras décadas del siglo XX.

La señora María Peinado Peinado, durante la entrevista (2013).

            ¿Qué recuerda de las fiestas de Campalbo, qué santo tiene el pueblo por patrón?
  • <El patrón de Campalbo es san Pedro Mártir, que se celebra el 29 de abril... Recuerdo que para el día de la fiesta subíamos al monte, y allí daban la caridad: La gente de los pueblos venía a recoger lo que daban... El Ayuntamiento hacía una torta grande de alajuz y la repartía entre los vecinos, un buen trazo para cada uno... Para la procesión, la imagen del santo la sacaban los mozos que ese año habían hecho el servicio militar, pero tenían que ir vestidos de soldado: Claro, era como para dar gracias por haber vuelto vivos de la mili o de la guerra; pues entonces hubo guerra en Marruecos... Para las fiestas hacían baile en la casa del tío Rafael, que tenía el café, y también cuando regresaba alguna moza del pueblo que estaba fuera: En Campalbo no había pobres de solemnidad, ni pobres pobres ni ricos ricos... Allí hubo poca emigración, el que más y el que menos tenía sus tierras y todos cosechaban para vivir; no como en otros pueblos...>

Se alude aquí a la batalla de Annual –episodio más conocido en la historiografía española como Desastre de Annual-: Una grave derrota militar española ante los rifeños comandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual –esto fue el 22 de julio de 1921-: Ello impuso un nuevo planteamiento de la política colonial española en Marruecos. La crisis política que provocó afectó los cimientos de la monarquía de Alfonso XIII (1886-1931)-. La pérdida de aquella batalla generó el golpe de Estado y la Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-30).[5]

            Entonces, ¿cómo transcurrió su vida en el pueblo, qué  fue de su familia?
  • <Bueno, en Campalbo pasé la infancia con mi hermana, mi padre, mi prima y los abuelos, hasta que mi padre se casó de nuevo: Su nueva mujer era de La Rinconada, aldea de Santa Cruz y le llamaban Natalia Blasco. Entonces consiguió una plaza de secretario de Ayuntamiento y nos marchamos: El primer pueblo donde estuvimos fue Domeño, ese pueblo ya no existe... Por entonces se casó mi prima Consuelo, la hija de Modesta, y se quedó a vivir en la casa de los abuelos... Después de Domeño estuvimos en Camporrobles, un pueblo de Valencia cerca de Utiel; y de allí solicitó Ademuz y nos trasladamos aquí. Vinimos toda la familia, mi padre y mi madrastra, mi hermana Eloisa y los otros dos hermanos: Victoriano y Amparo. Claro, todo esto fue antes de la guerra...>
Vista parcial de Ademuz (Valencia), desde el cerro del "castillo de Santa Bárbara" (2007).


            Y de la época de la Guerra Civil (1936-39) en Ademuz, ¿qué recuerda en especial?
  • <Recuerdo muchas cosas de aquella época, tristes la mayoría, pues fue una época terrible, muy malos tiempos... [...], yo entonces era una moza de 23 años... Cuando estalló la guerra recuerdo que quemaron el Archivo Municipal... Sacaron todos los documentos y libros que había en el Ayuntamiento y los quemaron en la plaza, incluso el guardapolvo que llevaba mi padre... Cuando lo echaron al fuego alguien dijo: ¡Hombre, deja la bata, que todavía sirve...! -pero otro respondió-: ¡Ojalá estuviera su dueño dentro...! Le cuento esto para que vea el ambiente que había entonces... A nosotros no nos querían y mi padre, el pobre, lo pasó muy mal. Quería que nos marcháramos, pero yo festeaba con Modesto –se refiere al señor Modesto Camañas Zaragoza (1907-1971)-, el que después sería mi marido... Mi novio me dijo que si yo me marchaba él se iba a la guerra, así que decidieron que nos casáramos... De novios, íbamos a pasear por la parte del Solano, pero nos insultaban y tiraban piedras, así que no podíamos ni salir de casa. Además, cuando decían que iban a venir los de la Columna de Hierro mi padre tampoco nos dejaba salir, por temor a las atrocidades que se decía cometían...>[6]

            Cabe decir que esta parte de la entrevista, donde se dice de la Guerra Civil (1936-39), corresponde a la primera vez que charlé con la entrevistada –de ahí que los párrafos tengan una referencia al pie de página-; con todo, aquí se hace un repaso de aquellos momentos, con algunas correcciones y añadidos... Sigue diciendo:
  • <Recuerdo, también, cuando tiraron las campanas de la torre... Nosotros vivíamos en el portal de San Vicente, junto a la iglesia y vinieron a avisarnos que sentiríamos un temblor cuando cayeran, que no nos asustáramos, pues las campanas eran muy grandes, especialmente La Salvatierra... Las tiraban, según dijeron, para hacer metralla para la guerra. Fueron días de mucha angustia, pues nadie sabía lo que pasaría... Entonces había muchos odios de clase, porque unos pocos tenían mucho y otros nada..., pero la mayoría sobrevivíamos trabajando, ya le dijo: En la casa que se comía no se cenaba... -quiero decir que aquí no sobraba nada-. Un día mi suegra mandó a mi cuñada a buscar una cesta de uvas a una viña que tenían en Guerrero, pero cuando llegó a la viña el guarda que habían puesto los del Comité le dijo que no podía coger, pero ella cogió un cesto... [El comité de Ademuz estaba en casa de don Jesús Eced, en lo que ahora es la Casa Abadía: la familia Eced se refugió en la embajada Italiana...] Bueno, el guardia que vigilaba la viña denunció a mi suegra, y ésta tuvo que ir a declarar al Comité, alegando que la viña era suya y todo lo que quiso decir, al final no le pasó nada, pero las únicas uvas que catamos fueron las de la cesta, lo demás se lo llevaron todo...>[7]
Detalle de "Las Gradas" de la parroquial de Ademuz -San Pedro y San Pablo- desd el "Portal de san Vicente" (2007).

            Resulta curiosa la anécdota que refiere la entrevistada, referente a la requisa de una viña que le hicieron a su suegra –se refiere a la señora Mª Rosa Zaragoza Luz, viuda de 73 años en 1941-, los del Comité Revolucionario de Ademuz. La historieta ha podido ser verificada documentalmente, pues así consta en la Causa General de Valencia, ramo separado de Ademuz.[8]
  • <Modesto y yo nos casamos, pero al final se presentaron en casa los del Comité y dijeron que mi marido tenía que ir al frente y se lo llevaron junto con otros de Ademuz en un batallón de trabajo y estuvo cavando trincheras por ahí, por León y otras partes... Pasó mucho el pobre, él que no había trabajado nunca en la tierra, pues cuando empezó la guerra estaba estudiando medicina y se quedó en 4º curso..., sin poder terminar la carrera. Además, cuando se pasó a los nacionales lo cogieron y lo metieron en un campo de concentración, pensando que era un espía o yo que sé de los rojos... Cuando vino de la guerra ya estaba mal y nunca se recuperó de aquellos padecimientos. Sobre lo que me preguntaba de don Blas, le diré lo que contaba mi suegra: Una vez dio a luz una mujer de Ademuz y el sacerdote fue a visitarla, porque eran muy pobrecicos en aquella familia... Y tan mal debió verlos el cura que le dejó un duro debajo de la almohada, ¡fíjese, un duro de entonces...!>[9]

Se alude aquí a boda de la señora María y su novio, el señor Modesto Camañas Zaragoza –en 1937-: el casamiento tuvo lugar en el juzgado de Ademuz, y fue acordado entre ambas familias, con la idea de que al señor Modesto no lo llamaran al frente y ambos pudieran estar juntos: él tenía 29 años y ella 24. Continúa diciendo:
  • <La familia de mi suegra tenía una casa y fincas en El Soto. Cuando estalló la guerra estaban metidos en la faena de la trilla y mi suegra pasaba allí el día, pero por la noche se volvía a Ademuz a preparar las cosas para el día siguiente. En cierta ocasión se encontró con don Blas y le extrañó mucho verlo por allí, porque no era la zona por donde solía ir a pasear el sacerdote, que iba más bien por el otro lado del pueblo... y le dijo: Pero don Blas, ¿donde va usted, cómo se le ocurre ir por la carretera, con la de gente que pasa por aquí? -pensando ella que se iba del pueblo o que trataba de pasarse al otro lado, con los nacionales-. Por eso le dijo: Don Blas, quédese usted aquí esta noche y de madrugada se pasa hacia Teruel... Pero don Blas le contestó: ¿Cómo me voy a pasar, hija, qué me van ha hacer los del Comité si los he bautizado a todos ellos...?>[10]

            Y sigue comentando:
  • <Mi suegra tenía miedo por don Blas, como tantas otras personas del pueblo, por todo lo que había sucedido en la villa con los archivos y la iglesia, y por lo que les hacían a los de derechas, que les habían obligado a arruinar la iglesia por dentro y a quemar los santos, y a ir por las calles recogiendo boñigos..., y por todo lo que contaban que pasaba fuera, que mataban curas y todo lo demás... ¿Que qué pasó en Ademuz cuando nos enteramos que habían matado a don Blas? Pues nada, mucho miedo, nadie hablaba ni decía nada..., mucho, pánico... Sólo entre familiares o amigos se comentaba algo, nadie se atrevía a decir nada, pero puedo asegurarle que todos los que le queríamos lloramos su muerte... No se supo si le habían hecho algo más a don Blas, además de matarle, ya le digo, nadie hablaba nada de eso en público..., teníamos mucho miedo. Comentaron que alguien trajo una oreja clavada en un palo, pero dijeron que era de un cura que habían matado por donde el rento de Barrachina; nada se dijo de don Blas, que yo recuerde...>.[11]

            Acerca de la detención y el asesinato de don Blas Mañes Palomar (1869-1936), cabe consultar la siguiente referencia;[12] respecto al sacerdote asesinado en el camino del "rento de Barrachina" a Casasbajas (Valencia), don Ramón Fos Adelantado (1891-1936), consultar esta otra cita.[13]


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.
De la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV).



[1] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Blas Mañes Palomar, cura párroco y arcipreste de Ademuz, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, pp. 41-60.
[2] Graja de Campalbo. (2013, 6 de febrero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 15:47, marzo 4, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Graja_de_Campalbo&oldid=63584025.
[3] MOLAS RIBALTA, Pere. El factor familiar en la Audiencia borbónica de Valencia, [...], pp. 121-122. ID. La audiencia borbónica del Reino de Valencia, 1707-1834, Universidad de Alicante, 1999, p. 31, 88, 105 y 144..
[4] El Sol (España). (2013, 9 de febrero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 17:47, marzo 6, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=El_Sol_(Espa%C3%B1a)&oldid=63681299.
[5] Desastre de Annual. (2013, 22 de febrero). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 17:09, marzo 4, 2013 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Desastre_de_Annual&oldid=64032106.
[6] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 46.
[7] Ibídem, pp. 46-47.
[8] Dice el testimonio: <[...] una vez iniciado el G.M.N., me requi-/ só el Comité (de Ademuz) unas fincas de viña, con un perjuicio de dos mil pesetas, se me/ llevaron dos camas completas, y varios muebles por un valor de mil pesetas./ Además, en una casa en el soto, me requisaron toda clase de utensilios/ que tenía todo lo destrozaron por un valor de dos mil pesetas, todo esto/ por propia iniciativa del Comité, y los elementos que los acompañaban/ las viñas las recuperé cuando se liberó esta plaza. Así lo dijo afirmándose/ y ratificándose en su declaración y firma con el Sr. Juez de que doy fe. Salvador Garrido. María Rosa Zaragoza. Vicente Andrés> -según refiere la señora Mª Rosa Zaragoza Luz (Ademuz, 1868)-. Vid SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2011, vol. IV, p. 218.
[9] Ibídem, p. 47.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Don Blas Mañes Palomar en el I Simposio “La Cruz de los Tres Reinos” (Ademuz), en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2011/10/don-blas-manes-palomar-en-el-i-simposio.html, del lunes 17 de octubre de 2011.
[13] ID. Anecdotario rinconademucense (I), en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2013/01/anecdotario-rinconademucense-i.html, del martes 1 de enero de 2013.