sábado, 14 de junio de 2014

FRANCISCO CANDEL TORTAJADA, UN CATALÁN DE CASASALTAS (y II).

Homenaje al escritor casasaltense
en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura en Barcelona 2014
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.



“La realidad ha sido siempre mi argumento...”
-Francisco Cadel (1925-2007),
escritor y periodista-.


----->> Viene de: I.
Asimismo, aprovecha para aclararme algunas cuestiones familiares sobre las que le preguntaba: <El pintor Juan Genovés también es primo mío, éste, primo hermano. En el caso de Abel Muñoz [Sánchez], los primos hermanos eran nuestros padres>. Completa la saga familiar diciendo que <su madre [la de Genovés] y mi padre eran hermanos. Genovés, ahora, vive en Aravaca, un pueblo cercano a Madrid. En Valencia tiene dos hermanos: Eduardo y Palmira. Palmira es la que más frecuentaba Casas Altas, pues ellos adquirieron una casa allí que era de nuestra abuela paterna. Genovés me parece que nació en Valencia, y su relación con el Rincón de Ademuz debe ser como la mía, que de vez en cuando caemos por allí, no tanto como desearíamos>. Se está refiriendo al pintor Juan Genovés Candel (Valencia, 1930),[1] premio Nacional de Artes Plásticas (1984), que personaliza lo que se denominó la pintura social de los años sesenta y setenta en España.
  • <Las colecciones en las que está representado incluyen las del MOMA y el Salomón Guggenheim Museum de Nueva York, el Art Institute de Chicago, la Galería Nacional de Roma, los Museos de Arte Moderno de Barcelona y Río de Janeiro (Brasil) y el Centro Nacional de Arte Contemporáneo de París. Fue muy conocido en el ámbito popular y político por ser el autor del cartel denominado: Amnistía (1976), icono de la campaña por la liberación de los presos políticos tras la muerte de Franco, encargado por la Junta Democrática, que estaba basado en el cuadro del mismo autor denominado El abrazo (1976)>.[2]


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Detalle de "El Abrazo" (1976), acrílico sobre lienzo (151x201cm), obra de Juán Genovés Candel (Valencia, 1930), en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid).

En esta carta me hace saber su amistad con Ángel Antón Andrés, <que vive aquí en Barcelona, pero continuamente viaja a Ademuz. Él es de la capital del Rincón. Dirige la revista Ababol y pertenece al Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz (ICERA)>. Me dice, también, de la multitud de rinconademucenses o descendientes de ellos que hay en Cataluña: <Cuando doy conferencias acostumbro a encontrarme con paisanos del Rincón. A veces, yendo por la calle, hay personas que me paran para decirme que son de allí. Todos tienen como un sello o halo de honradez que los caracteriza. Mis padres y mis tíos también eran así: la honradez por encima de todo>. Sentidas palabras de reconocimiento para la gente de nuestra tierra, rinconademucenses de pro, que emigraron de los pueblos del Rincón de Ademuz y arraigaron en la tierra catalana u otros lugares. Durante mi estancia en Barcelona (1964-70) también yo conocí a docenas de personas del Rincón de Ademuz y pueblos del entorno comarcal castellano y turolense, definitivamente instalados por la zona de la calle Verdi, Travesera Gracia, Dalt y toda aquella parte de la ciudad, por encima de la plaza de Lesseps y el puente de Vallcarca. En cierta ocasión, iba yo paseando por la plaza de Cataluña con mi padre, que había venido a verme, cuando nos encontramos con alguien conocido de estos pueblos. No recuerdo el detalle, pero por lo visto le hice yo algún comentario despectivo, respecto de aquella persona, y él se enfadó muchísimo, diciéndome: Nunca te avergüences de la gente de tu tierra... –palabras que se me quedaron cinceladas en la memoria por el tono empleado y que nunca he olvidado-. Los rinconademucenses podrán ser como sean, pero la probidad y el respeto por encima de todo...

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Francisco Candel Tortajada (1925-2007), durante una firma de ejemplares [Foto Archivo Fundación Candel (s/f)].
 
Como fuera que yo le había pedido a Candel recortes de prensa, referentes a alguna reseña o apreciación de sus libros, me comenta: <Respecto a las críticas sobre mi obra, que me pides, debo de tenerlas, pero desperdigadas por carpetas que me es difícil rebuscar. Vivo ahogado por los papeles. Mi cuarto de trabajo es una cafarnaum de libros, carpetas, revistas, periódicos, yo qué sé. He desistido de poner órdenes>. No me envió, pues, ninguna crítica de sus libros, pero cualquiera puede obtenerlas hoy día, no hay más que teclear su nombre o el de cualquiera de sus libros en los buscadores de internet y obtendrá docenas de resultados. No obstante, respondió sobradamente las cuestiones que le planteaba sobre su persona y obra, añadiendo: <Para lo perezoso que soy, sobre todo para contestar cartas, creo que me he excedido>, aunque me dio su teléfono para aclarar cualquier duda que tuviera <y para lo que necesites>.
Y continúa: <Me he leído con sumo interés tus artículos bajo el enunciado “Desde el Rincón de Ademuz”. Magníficos. Los tres sobre nuestra guerra –el de los relatos y los dos del bombardeo de Torrebaja- son impresionantes y estremecedores. Ignoraba esa “Guernika del Rincón” como tú la llamas. Escalofriantes. No creo que se haya explicado mucho, tal vez nada, me refiero por escrito, esa barbaridad. También los dos artículos sobre las manzanas me han gustado sobremanera. Cuando mi “Viaje al Rincón de Ademuz” ya digo que Torrebaja olía a manzanas>. Y añade unos sabrosos comentarios al respecto: <Son las mejores manzanas que he saboreado en mi vida. Nunca las he encontrado en ningún mercado y pensaba que no se había intentado comercializarlas. Cuando mi padre vivía, algunos veranos iba a Casas Altas y regresaba con algunas cajas de manzanas. Regalaba algunas a personas a las que debía agradecimiento, y siempre quedaban sorprendidos de su olor y sabor>. Deliciosas manzanas del Rincón de Ademuz, tantas veces ponderadas. A mi padre le ocurría igual, siempre se las alababan cuando mandaba por Navidad una cajita a cada una de mis tías de Barcelona, porque ciertamente tienen –o más bien debería decir tenían, pues ya quedan pocos frutales- un sabor insuperable. Y termina diciendo: <En fin, felicidades por tus artículos. Me parece que me he extendido demasiado. Perdón. Un abrazo. Francisco Candel. ¡Feliz Año Nuevo!>.

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Francisco Candel Tortajada (1925-2007), en su casa, durante una de las últimas entrevistas que le hicieron [Fotografía de Consuelo Bautista, procedente de El País Semanal (2005).


Con la información que me envió y la que obtuve por otros medios, compuse un extenso artículo –“Francisco Candel, un catalán de Casasaltas”-, publicado en dos piezas en mi columna "Desde el Rincón de Ademuz" que yo escribía todos los jueves para Diario de Teruel.[3] Una vez publicados, le remití copia de ambos artículos y otros publicados con anterioridad, para que tuviera conocimiento de mi humilde labor periodística y presuntamente literaria (con perdón).

Fue entonces cuando recibí la segunda carta de Candel –el 15 de junio de 1999-, en respuesta a los artículos enviados, donde hace referencia a los mismos y en especial al escrito sobre su persona y obra. Qué puedo decir, excepto que me llenó de alegría y satisfacción, al ver enjuiciado mi trabajo por un escritor profesional, donde me halagaba con tantas palabras de rendibú, aunque sólo fuera por cortesía, para estimularme como principiante. ¡Eso pensé yo entonces y sigo pensando hoy! Decía allí: <Recibí, va para un mes, tu hermoso trabajo “Francisco Candel: un catalán de Casasaltas”, ocupando dos números del Diario de Teruel. Un millón de gracias y perdona mi retraso en dártelas. Dicen que de desagradecidos está empedrado el infierno. Seguro que tengo un adoquín allí...>.
Para un novato como era yo entonces –y lo sigo siendo, pese a los libros y artículos publicados-, sus palabras me llenaron de satisfacción, pues pensé que quizá no estaban tan mal mis escritos. Lo único que tenía que hacer era perseverar y esforzarme en mejorar. Por lo que se ve, el escritor volvió a releer mis textos para comentarlos: <He vuelto a leer los dos artículos, al ir a escribirte, y sigo encontrándolos majísimos, admirando lo bien que has sabido barajar los datos que te pasé, incluso dándoles una concatenación de títulos de mis obras perfectamente encajados en la anécdota biográfica>. Fuera o no sincero -¿por qué no habría de serlo?-, sus palabras me resultaron altamente halagadoras, reforzando mi ego y dándome seguridad para futuros escritos. Fue un detalle alentador, propio de las grandes personas como lo era Candel, conocedor del esfuerzo técnico y creador que supone enfrentarse con una hoja de papel en blanco... Nunca se lo agradeceré bastante, pues no fue cicatero en el halago, como bien hubiera podido serlo y suelen ser los mediocres.

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Francisco Candel Tortajada (1925-2007), en las desaparecidas Cases Barates de Can Tunis en Barcelona [Fotografía de Pepe Encinas (s/f)].


Sin embargo, parece que aquellos textos contenían algún error, a los que no dio importancia, pues dice que <son baladíes e intranscendentes>, añadiendo que <si llegas a publicar un libro con tus artículos, me lo decías y subsanábamos un par de cosas, que insisto e insisto, no tiene la menor importancia ante la bondad del contenido y la correcta interpretación de mi obra y persona, por decirlo así>. ¡Qué precepto tan útil y cuánto agradecí sus palabras, pues me proporcionaron una enseñanza que no he olvidado! Cuando hay que hacer una crítica –literaria o de cualquier otro tipo- a alguien, si te ves obligado a decir algo negativo, antes hay que señalar un par de cosas positivas y otra después..., o no decir nada.

A continuación comenta lo que hizo con mis escritos: <Mandé fotocopia de los dos artículos a la editorial que ha publicado la última edición de “Donde la ciudad cambia su nombre” (1957). Me piden te dé las gracias por la reproducción de la portada de la novela. Ya sabes, los editores, como otras empresas comerciales, siempre buscando la publicidad>. Cabe decir que, con anterioridad, me había hecho enviar por la editorial “La Biga”, que realizó la última edición de aquella famosa novela suya, un ejemplar, cuya tapa fotocopiada había puesto yo para ilustrar el artículo de referencia. Asimismo, comentaba otros que previamente le había enviado, correspondientes a otras colaboraciones mías en la misma sección del diario turolense: <También me leí el resto de tus artículos. A parte de gustarme es como ponerme un tanto al corriente de nuestra tierra. Había visitado la torre de Castielfabib, cuando fui a dar la conferencia a Casas Altas, y ha sido para mí como una recreación de aquel momento y un enriquecimiento erudito>. Aquí se refiere al artículo titulado “La torre-campanario de Castielfabib”, momento que aprovecha para hacer patria, al decir <nuestra tierra> y reconocer sus orígenes, de los que nunca renegó Candel. Menciona también la conferencia que pronunció en Casasaltas, invitado por ICERA, a la que se alude arriba.

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Detalle de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), paseando con el M.H. Jordi Pujol [Fotografía procedente de la "Fundación Paco Candel" (s/f)].
 

Nombra otros artículos que le envié: <Los de "La historia en llamas" también han sido para mí un conocimiento mejor del Rincón de Ademuz. Los más divertidos los del "Agua de pozo para el Dictador". Además, en esos dos, recoges una historia testimonial que para mí, muchas veces, tiene más valor realista y sentimental que la puramente bibliográfica>. Y continua: <Muy bonito lo de los almendros en tu "Imagen de Dios". Kazantzakis tiene una hermosa novela titulada "Cristo de nuevo crucificado". Yo sólo conozco ésa y "Alexis Zorba”>. Se refiere al artículo titulado “Mi imagen de Dios”, donde puse un bellísimo haikú del autor cretense Nikos Kazantzakis (1885-1957), aquel que dice: -Háblame de Dios –le dije al almendro-. Y el almendro floreció. Algún tiempo después leí yo aquella novela Cristo de nuevo crucificado (1954), un escalofriante (emocionante y turbador) relato, “un llamado, un grito de alerta, ante la hecatombe moral del hombre contemporáneo, que necesita a Cristo...” -como dijo Francisco Dussuel en El Mercurio (1956)-. Una novela altamente recomendable, que ningún cristiano debería dejar de leer... Y Candel, reconocido hombre de izquierdas y ateo contumaz, la conocía y había leído.

Antes de terminar, dice: <Corto mi rollo. No sin enaltecerte la "Muerte del calendario rural", cuyos dichos y refranes me han traído el recuerdo de mis padres y mis tíos cuando hablaban del pueblo>. Se refiere al artículo donde se hace referencia al contraste entre la ruralidad y la civilidad, en detrimento de la primera, pues ya no son los ciclos agrarios los que marcan la vida de las gentes del campo, como se demuestra en el cambio del lenguaje y en las costumbres del agricultor, hasta el punto que el riquísimo refranero del santoral católico se ha quedado obsoleto. Son los refranes, dichos y sentencias del mundo rural, recogidos en aquellos artículos, los que evocan en Candel el lenguaje de sus padres y sus tíos, cuando hablaban de cosas del pueblo, de Casasaltas..., su bendita tierra añorada.

Y sigue: <También ha sido bueno, digámoslo así, conocer a través de tus escritos, o tener noticia, del poeta Ricardo Fombuena Vidal. Etcétera>. Se refiere al artículo “Ricardo Fombuena Vidal, un poeta en Torrebaja”, cuya existencia desconocía Candel, sorprendiéndole la calidad de sus versos.[4] Seguidamente, manifiesta haber leído, también, los artículos de mis compañeros de página en el periódico turolense: <Es curioso cómo me ha gustado tener noticias de detalles, digamos, del mundo y la sociedad turolense. Al igual que con el Rincón de Ademuz, algo telúrico y ancestral te remueve las entrañas con esas lecturas>. De esta forma percibí que el escritor, al menos en esta etapa final de su vida, sentía la llamada de la tierra que le vio nacer, de sus ancestros.

Como con anterioridad yo le hubiera pedido que si hallaba algo referente a la comarca me lo hiciera saber, dice: <... si encontrara algo (...), te lo diría... También debes de tener conocimiento, y no sé si te lo dije en anterior carta, de la revista “Ababol”, que edita el Instituto Cultural y de Estudios del Rincón de Ademuz, que dirige Ángel Antón Andrés, que vive aquí en Barcelona, ademucero de pro, con quien me veo de vez en cuando>. Por supuesto, yo conocía la revista trimestral y a su director, aunque todavía no colaboraba como colaboré después con dicha publicación, editando allí muchos de mis trabajos cronísticos, histórico-literarios y de investigación. Termina diciendo: <Perdona la tardanza y la lata que con la largura de la contestación te estoy dando. Un abrazo. Francisco Candel>. Obviamente, la carta no fue ninguna pesadez, tampoco su extensión, pues me supo a poco, ya que uno no se cansa nunca de recibir halagos y comentarios juiciosos de una persona admirable, como era para mí Paco Candel.

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Francisco Candel Tortajada (1925-2007), escribiendo a máquina en su casa de Barcelona [Fotografía de Elena Encinas (s/f)].
 
Durante todo el año siguiente estuve trabajando en la preparación de mi libro Desde el Rincón de Ademuz (2000), donde coloqué la serie de artículos publicados durante los dos años anteriores en Diario de Teruel. Uno de los primeros ejemplares fue para Francisco Candel, pues, sin duda, se lo merecía. Tiempo después recibí carta suya, agradeciéndome el envío –esto fue el 1 de noviembre de 2000-, donde me dice: <Querido amigo: Recibí tu magnífico libro. Muchas gracias por el envío, muchas gracias por sacarme y citarme en él, y si yo fuese una autoridad o un político del Rincón, te condecoraría. Es muy bonito. Difusorio. Ameno. Instructivo. Lo estoy repasando, leyendo, picoteando, muchos etcéteras. He visto tu foto junto a la escultura modernista. Pareces más joven de lo que eres>. Bueno, sin duda me vio con buenos ojos... Palabras halagadoras donde las haya, hasta el punto de decir <..., y si yo fuere una autoridad o un político del Rincón, te condecoraría>. ¿Qué podía decir yo?, emocionarme y expresarle mi agradecimiento más sentido... Aquél era mi primer libro, producto de mucho esfuerzo e ilusión –sólo el que haya escrito un libro puede entender lo que supone de esfuerzo y dedicación- razón por la que cualquier cortesía y reconocimiento te enternece. Especialmente si viene de alguien como un escritor consagrado, como era Candel. Me satisfizo escribir el libro y estoy orgulloso de haberlo hecho, pero hoy lo haría distinto y probablemente mucho mejor, aunque sólo fuera por la experiencia. En los libros, como en tantas cosas de la vida, muchas veces no hay segundas oportunidades. Los errores e imperfecciones quedan y no hay más remedio que apechugar, resistir y seguir adelante...

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Detalle de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), con el M.H. Jordi Pujol [Fotografía procedente de la "Fundación Paco Candel" (s/f)].

Y prosigue: <Haré lo posible por escribir algo sobre él, aunque en estos momentos sólo dispongo de un espacio de 40 líneas en el periódico "Avui". Me alegro de que hayas agotado esa primera edición, aunque haya sido de 1.000 ejemplares. Te advierto que muchos tirajes de libros de grandes editoriales hacen tirajes parecidos. El libro es baratísimo. Dado su volumen y grosor, a 5.000 pesetas resultaría barato>. Sin duda, la tirada para la comarca era razonable. Se hubiera podido hacer una mayor, pues aquella edición se agotó pronto. En todo caso sería bueno poder hacer algún día una segunda edición, revisada y aumentada, pero nadie se ha interesado en ello todavía. Su precio de venta al público se estableció inicialmente en nueve euros, precio irrisorio, pues valía treinta. Pero como tuvo una ayuda del programa Leader y de la Diputación Provincial de Valencia, gestionadas por el Ayuntamiento de Torrebaja, con participación de diversas entidades comerciales, se consideró que el precio establecido era acertado, para que todo el mundo que lo deseara pudiera tener su ejemplar.
Comenta a continuación: <Si escribo algo sobre "Desde el Rincón de Ademuz" te lo haré llegar>. Y continua con algunas cuestiones personales y familiares, en relación con el deseo que le había manifestado de conocerle, si volvía a Casasaltas: <De momento es difícil que viaje al Rincón de Ademuz ni a ningún sitio. Tengo desde hace un tiempo a mi mujer enferma y no puedo moverme prácticamente de su lado. En julio me hicieron un homenaje en la Biblioteca Valenciana de San Miguel de los Reyes y tuve que hacer un viaje relámpago. Llegar el día del homenaje y regresar a la mañana siguiente. Una lata>. Y -cortés y sincero- concluye elogiándome: <Felicidades por el libro y por la publicación. Un abrazo. Francisco Candel>.


A finales del mismo año volví a recibir carta suya –el 30 de diciembre de 2000-, donde me comunicaba la publicación del artículo que había compuesto sobre mi libro, aparecido en el diario Avui: <Querido amigo: Me ha llegado tu carta antes de que yo te enviara mi artículo. Me ha sorprendido –gratamente sorprendido- que ya tuvieras noticia de él. Si te digo que he recibido tu carta cuando iba a remitírtelo, no te lo creerás, pues si llevaba fecha del 12, ¿cómo no lo había enviado ya?>. Se refiere a que yo tuve noticia del artículo que él había escrito sobre mi libro, a través de internet, con fecha de 21 de diciembre, aunque el escrito en cuestión se había publicado el día 12 de dicho mes. Por eso le sorprende que yo lo conozca antes de habérmelo mandado, porque no había pensado en dicho medio de comunicación. Seguidamente me ofrece la justificación, por no haberme enviado antes el artículo: <Tengo la mujer en el hospital y esto me obliga a parar poco en casa, pues está en esos momentos de que todo son pruebas y análisis y ese enconado buscar hasta encontrar lo que sea, que te desespera, pues cada día es encontrar otra anomalía que hay que contrastar e investigar de nuevo. Es una ramificación kafkiana. Aquí sí que es aquello de que el que busca encuentra. Con tantos aparatos, un día analizarán el alma>. A través de sus palabras, asistimos a un momento doliente en la vida de Candel, como es la enfermedad de su esposa, cuando le están realizando pruebas diagnósticas, para averiguar el origen de sus males, la angustia y el temor por lo que pudiera ser, la estancia en el hospital y las horas de espera sufriendo el momento de los resultados... De hecho, su esposa falleció al año siguiente (+2001). ¡Descanse en paz!

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Detalle del icono de cabecera de la "Fundación Paco Candel" en Barcelona.

Y vuelve sobre el asunto que tratábamos: <Bien. Había olvidado, respecto a tu saber de mi artículo, lo de vía internet, que también debe ser como los médicos, todo lo encuentran, todo lo saben>. Sin embargo, no por ello deja de manifestarme su satisfacción, por lo que le digo en la mía, respecto a que el libro ha tenido buena aceptación: <Y celebro lo de las librerías, aunque tu libro no sé si habrá podido interesarles, pues aquí, excepto los ademucenses, pocos saben del Rincón. Hubo el caso de ese Salvador Alemán, que me trajo tu libro, así es que ya tengo dos, y no me dio tiempo de hablar con él y saber de dónde era y por qué me traía el libro, pues marchó disparado, no sé si porque tenía el coche mal aparcado o qué>. Se refiere a que alguien le regaló mi libro, incluyendo una tarjeta de presentación, pero que no tuvo oportunidad de hablar con él, por la rapidez con que se marchó. Es de suponer que se lo regalaron porque le conocían, sabiendo que él era del Rincón de Ademuz, y porque salía en el libro. Y termina diciendo: <Te adjunto la versión castellana de mi artículo. Yo los escribo en castellano y los de "Avui" me los traducen. Un abrazo. Francisco Candel>. La carta incluía la versión castellana del artículo en cuestión y un recorte de prensa, con la versión catalana. Dice el texto en español:
Nuestro tiempo finisecular se asemeja a aquel otro del mundo clásico romano, cuando los hombres no creían en los viejos dioses y Cristo no estaba todavía. Eso escribe Alfredo Sánchez Garzón en su libro -Desde el Rincón de Ademuz (2000)- y a propósito de la muerte del calendario rural. El teólogo Xavier Tilliette le decía a Quim Aranda en este mismo diario que, durante la segunda parte de este siglo, se ha perdido la impronta de Dios en el hombre. Ahora ya no se cree en el viejo Cristo, o se cree racionalmente, que es como no creer; los nuevos Cristos: Gandhi, Marx, el Che, se andan diluyendo, y quienes los relevarán o suplantarán, no están o no han venido todavía. También el calendario rural tuvo plena vigencia entre las gentes hasta los años 1950-60, cuando en relación con la climatología y la actividad agraria, y bajo las fechas claves de cada estación, marcaba la vida vecinal. El hombre del tiempo, con sus partes meteorológicos, lo ha subsanado como icono y como oráculo. La crisis que atraviesa la agricultura en el Rincón de Ademuz y pueblos comarcales de Cuenca y Teruel –agronomía del minifundio, donde se practicaba una economía familiar de subsistencia- ha contribuido, junto a la emigración y el subsiguiente éxodo del campo, a la desrruralización de aquellos lugares.// <Desde el Rincón de Ademuz> es un libro de gran formato, majamente editado, lleno de fotos y datos, soberbio para los adoradores del Rincón y utilísimo para quienes quieran conocer en profundidad esas en cierto modo ignotas tierras y a sus amables habitantes.// Y cosa rara: pese a su envergadura, es un libro barato. Alfredo Sánchez Garzón es de Torrebaja y yo de Casasaltas, ambos, pues, paisanos. Aunque se trata de un enclave abrazado por Cuenca y Teruel, el Rincón de Ademuz es valenciano; lo sigue siendo aunque su lengua sea un castellano repleto de modismos aragoneses y no la lengua catalana o valenciana, llamadla como queráis. Conviene recalcar este lo <es> y lo que <sigue siendo>. Los enclaves o franjas de frontera siempre son tratados al desgaire y a trasmano por las tierras a las que pertenecen y por las que a lo mejor deberían pertenecer. Aquí en Catalunya, y cuando voy de conferencias, sobre todo, me encuentro muchas veces con ademucenses entre el público: de mi pueblo, de el del autor, de Ademuz capital, de Castielfabib, de Vallanca, de Casas Bajas, de Puebla de San Miguel, de Mas del Olmo, de Los Santos, de Negrón... El otro día llaman a la puerta y un señor que tenía prisa puso en mis manos un <Desde el Rincón de Ademuz>. En la tarjeta que lo acompañaba, de parte de él, Salvador Alemán Macià, y de su mujer, Honorina Antón Férriz. Viven en Cunit (Tarragona), pero uno de los dos o los dos deben de ser de allí. Ya he dicho que son gente amable y también muy maja. Francisco Candel”.[5]

Gracias, amigo Paco, muchas gracias por tus palabras: ¿Qué más puedo decir...?


Glosa del personaje, a modo de epílogo.
Sirvan las páginas precedentes a modo de sincero homenaje particular –sencillo y franco, como el mismo autor- al personaje, vida y obra de Francisco Candel Tortajada, un catalán nacido en Casasaltas. A su través hemos realizado un somero recorrido, buscando detalles de su persona y de su vínculo con el Rincón de Ademuz, según sus propias declaraciones en el libro expuesto -Viaje al Rincón de Ademuz (1977)-, así como en los comentarios introducidos por él mismo en su currículo y en la correspondencia que mantuvimos, donde destaca el puntual respeto que mostró por mi modestísimo trabajo.
Se han dicho tantas cosas sobre Candel: escritor del proletariado, portavoz de los desheredados y marginales, que llegó a la literatura por la política o viceversa..., que resultaría prolijo, siquiera, enumerarlas. Al fin, como todos los humanos, fue un hijo del tiempo que le tocó vivir, aunque consciente siempre de sus humildes orígenes –de los que nunca renegó ni a los se refirió con afectación-. Transterrado, como tantos otros de esta zona, que sobrevivió a la migración en un tiempo y en unas condiciones adversas, y que sobresalió en la nueva tierra de acogida por su esfuerzo y perspicacia en captar la realidad social de su entorno, sin dejar de ser fiel a sus principios morales y ciudadanos. No en vano había dicho: La realidad ha sido siempre mi argumento...

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Detalle de "Gegantó Paco Candel" en Barcelona [Tomada de su página en Wikipedia, La enciclopedia libre].
Escritor, periodista, político, conferenciante..., básicamente se trata de un hombre polifacético y esforzado, incansable luchador por la democracia -desde la perspectiva de la izquierda-, aunque consciente que la democracia no es patrimonio de esa opción política. Ateo –irreligioso o cuanto menos escéptico-, pero nunca impío. Independiente, también, pero desde legítimas posiciones partidistas. Como tal individuo de izquierdas, se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con él, con sus opiniones y manifestaciones, pero en lo personal e intelectual hay que reconocerle una gran integridad: La honradez por encima de todo... -tenía dicho-. Hombre sereno y poseedor de un elegante humor, solía responder con finura e ironía, eludiendo las preguntas estúpidas e indiscretas que a veces le formularon en docenas de entrevistas a lo largo de su vida. Francisco Candel, el “charnego” universal –como también se le ha llamado-, resulta postreramente un personaje entrañable (cordial, amistoso y familiar), que hacía fácilmente amigos y trataba con deferencia y aprecio a los que se le acercaban: Aunque te advierto que los famosos desmerecen cuando los conoces de cerca –solía explicar-. Al respecto, José Luis de Vilallonga contaba una anécdota que le sucedió con Lawrence Durrell, autor del célebre Cuarteto de Alejandría (1957-60), en la que se demuestra la veracidad de sus palabras.

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El M.H. Jordi Pujol y su esposa, la señora Marta Ferrusola, delante del féretro de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), durante su exposición en el salón Sant Jordi del palacio de la Generalidad en Barcelona (24 de noviembre de 2007).

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Detalle del plafón cerámico colocado en una calle de Casasaltas (Valencia), en homenaje al escritor Francisco Candel Tortajada (1925-2007), 2014.

Más acreditado entre los catalanes que entre los propios rinconademucenses –no hay más que ver las noticias de prensa aparecidas con motivo de su fallecimiento y la multitudinaria ceremonia de despedida que tuvo, expuesto su féretro en el salón Sant Jordi del palacio de la Generalidad en Barcelona-, al que nosotros reivindicamos, no obstante, como nuestro: en tanto “oriundo de esta tierra magnífica y desgarrada del Rincón de Ademuz, como tantos de los personajes de sus obras” –y aunque fuera catalán de adopción-. Al fin, no lo podemos evitar, uno es de donde comen sus hijos... –verosímilmente, eso diría él-. Descansa en paz, mi admirado amigo Paco. Y como decía el clásico, sit tibi terra levis, que la tierra te sea leve... En postrer homenaje, el Ayuntamiento de Casasaltas (Valencia) tuvo la feliz idea de dedicarle una calle con su nombre; no en vano es Candel el más célebre y universal de los casasalteros. Vale.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.


[1] Juan Genovés. (2014, 6 de junio). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 08:41, junio 10, 2014 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Juan_Genov%C3%A9s&oldid=74883732.
[2] Nota del autor.
[3] SÁNCHEZ GARZÓN, A., Francisco Candel, un catalán de Casasaltas, en: Diario de Teruel, sección: Desde el Rincón de Ademuz, los jueves 6 y 13 de mayo de 1999.
[4] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. A don Ricardo Fombuena Vidal, in memoriam, en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2011/10/ricardo-fombuena-vidal-in-memoriam.html, del lunes 17 de octubre de 2011.
[5] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 461. Allí puede consultarse el artículo: “Des del Racó d`Ademús”, versión en catalán del escrito de referencia, según apareció en Avui el 12 de diciembre de 2000. Dicho texto, traducido al castellano fue reproducido también en la sección Scripta Manent de la revista Ababol 28 (2001) 26-27.

FRANCISCO CANDEL TORTAJADA, UN CATALÁN DE CASASALTAS (I)

Homenaje al escritor casasaltense
en la entrega de los Premios Nacionales de Cultura en Barcelona 2014
-a propósito del 50º aniversario de la publicación de "Els altres catalans" (1964)-.



Dicen que de desagradecidos está empedrado el infierno.
Seguro que tengo un adoquín allí...
-Francisco Candel (1925-2007),
escritor y periodista-.


            Palabras previas.
         La primera vez que escribí acerca de Paco Candel –me refiero a Francisco Candel Tortajada (1925-2007)-[1] utilicé el mismo título de esta entrada, pues me pareció el más adecuado a la idea que pretendía reflejar del personaje, el de un hijo del Rincón de Ademuz emigrado a Barcelona. Aquel primer suelto se publicó en Diario de Teruel (199),[2] y más tarde, modificado y ampliado el texto formó parte de mi primer libro.[3] Los libros, como las personas, cambian con el tiempo; hay algunos que se conservan, otros mejoran, mientras que otros empeoran o se hacen anticuados...
            Años después tuve la ocasión de escribir de nuevo acerca del escritor, esta vez con motivo de su fallecimiento en Barcelona, ocurrido el 27 de noviembre de 2007. Allí desarrollaba mi visión del personaje, basada en la particular relación epistolar que años antes había mantenido con él.[4] El comentario de aquella correspondencia sirve para adentrarnos en la comprensión del escritor como persona, ya que sin entrar en confidencias nos permite una visión más íntima de su forma de ser.
            Mi conocimiento del escritor, sin embargo, databa de los años setenta, justamente a raíz de la publicación de su libro Viaje al Rincón de Ademuz (Barcelona, 1968) –basado en las notas y observaciones tomadas, tras un viaje que hizo a la zona en septiembre de 1964, acompañado de varios amigos catalanes-. Por la época en que Candel hizo aquella excursión yo era un preadolescente recién llegado a Barcelona para cursar el Bachillerato, y para nada conocía al escritor. Fue años después, tras la publicación de su libro, cuando le conocí. Por entonces yo ya residía en Valencia. Un compañero me pidió le dejara un libro que estaba leyendo, y cuando terminé se lo dejé.
Valga un inciso para decir que no me gusta dejar mis libros, entiendo se trata de  una pequeña manía, pues soy muy cuidadoso con estos objetos y siempre que he dejado alguno he tenido problemas. En el verano de 1972 estuve viajando en autostop por varios países de Europa, Francia, Bélgica, Holanda... Durante la estancia en París fui a la embajada China y pedí uno de aquellos libritos que llamaban El libro rojo de Mao –un ejemplar pequeño de tapas duras y hojas finas-: me dieron uno y lo guardé como un trofeo. ¡En lo político, lo verdaderamente progre entonces era ser maoísta! En cierta ocasión dejé prestado el libro de Mao Zedong y ya no me lo devolvieron. Me enfadé mucho, más por el significado que para mí tenía el libro que por su contenido, pues el del dirigente chino era un tostón de difícil digestión, ¡al menos eso me pareció al lerlo! Disculpen la digresión...
Volviendo al relato, decía que un compañero me pidió un libro que yo estaba leyendo y se lo dejé. Cuando llegó el momento de devolvérmelo me hizo una propuesta: yo le regalaba el libro que le había dejado y él me daría otro a cambio. Acepté por cortesía, ya que mi libro tenía más precio, por ser una edición en tapa dura de La rebelión de las masas (1929) de Ortega y Gasset. En el intercambio mi amigo me obsequió con un ejemplar en rústica de Viaje al Rincón de Ademuz (1977) de Francisco Candel. Con el tiempo comprendí que no había salido tan perjudicado, pues aunque el libro de Candel no es de los mejores, me descubrió al personaje y al escritor casasaltense. Tiempo después me volví a comprar otro ejemplar del libro de don José...

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Vista genera de Casasaltas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la ladera del cementerio municipal (2013).

            Francisco Candel y el Rincón de Ademuz.
           Tuve la oportunidad de conocer personalmente a Francisco Candel, esto fue durante una conferencia que dio en Casasaltas -el 7 de agosto de 1997-, bajo el título De emigrante a escritor.[5] Decía que tuve la oportunidad, pero la desaproveché, pues por razones de trabajo no puede asistir a aquella presentación. En aquella charla –y digo charla pues el escritor hubiera rechazado el nombre más pomposo de conferencia, de la misma forma que le gustaba ser nombrado como Paco y no como don Francisco, pues una de sus características más personales era la sencillez y proximidad en el trato-. Según se dijo, el coloquio de referencia constituyó un acontecimiento local, ya que era la primera vez que el autor contactaba directamente con su auditorio rinconademucense. El escritor demostró que, pese a la distancia y los años transcurridos, no había olvidado su tierra, la tierra de sus antecesores y también la suya. Escribía el cronista:
  • "Adquirió ésta (la conferencia) el significado de un reencuentro de la persona con el lugar de nacimiento, ya que anteriormente Candel hizo escasas visitas y de muy corta duración a su pueblo. Reencuentro emocionante para el escritor, que se vio aclamado por (los) asistentes, procedentes de casi todo el Rincón (de Ademuz); gratificante para los casasalteros –viejos y jóvenes- que pudieron demostrarle su afecto; relevante además, porque hizo aflorar el orgullo de los ademuceros por tenerlo por paisano. Fue una jornada en que se vivió el espíritu de concordia a través de las sanas reflexiones y sabrosas anécdotas de un hijo del terruño, que ha llegado a la fama con sólo su trabajo, su sencillez, su humildad y su hombría de bien".[6]

            Un par de días después de la conferencia de Candel se celebró en su homenaje una “gachada”, vocablo inventado Ángel Antón –me refiero a don Ángel Antón Andrés (1922-2011)-[7] para referirse a una comida de confraternidad basada en nuestras típicas gachas de maíz.[8] Sigue diciendo el cronista:
  • "El día 9 (de agosto de 1997) tuvo lugar “en homenaje al Paco Candel y como muestra de confraternidad entre las gentes de nuestra tierra” –según rezaba el cartel anunciador- un acto nunca hasta entonces organizado por nosotros: una comida (las típicas “gachas”) que reunió a gentes de varios pueblos. Hubo que limitar la asistencia por falta de espacio, pero el éxito obtenido tanto aquí como en la conferencia hizo que se prometiera que, para el año próximo, se organizaría acto semejante para mayor concurrencia. Todo el mundo quedó muy satisfecho. Tenemos la impresión de que, poco a poco, va ganando terreno ese sentimiento de pertenencia a un terruño de todos, dejando al margen diferencias y rivalidades y resaltando la solidaridad y la comunidad".[9]

            Candel se sintió realmente emocionado con el agasajo que le hicieron en su pueblo, no pensaba que sus coterráneos le tuvieran en tanta estima. Sus padres habían emigrado a Barcelona cuando él apenas tenía dos años (1927) y no volvieron a Casasaltas hasta comenzada la IIª República, cuando ya contaba siete de edad (1932). Desde entonces vino poco por el Rincón de Ademuz. Uno de los viajes fue el mencionado de 1964, cuando apareció por la zona con sus amigos catalanes: vinieron andando desde Teruel y entraron en la comarca por Mas del Olmo, pasaron luego a Puebla de San Miguel, Sesga y Casasbajas, siguieron luego por Ademuz y Torrebaja, regresando a Teruel por esta vía, ya en coche. Un recorrido antológico que Candel nos describe con su peculiar estilo, lleno de observaciones y reflexiones. Ocurre con su libro lo que con el de la periodista y escritora valenciana Mª Ángeles Arazo: ambos libros datan de la misma época, aunque el de la periodista -Gente del Rincón (Valencia, 1966)- se publicó dos años antes. Con estilos absolutamente diferentes, sus autores nos describen el Rincón de Ademuz que vieron o creyeron ver, ya que sus personajes, aunque reales, no representan a la generalidad de sus moradores. En cualquier caso, guardo sus libros con cariño... 

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Detalle de la portada del libro de Francisco Candel "Viaje al Rincón de Ademuz" (1977), edición de Plaza &Janés, S.A.

            Francisco Candel siempre se tuvo por valenciano, de Casasaltas... Así lo reconoció y de esta forma lo ponía en sus libros; y ello no obstante su “poca valencianidad externa o por lo menos idiomática” –como el mismo reconocía-. Nuestro compatriota figura inscrito en el Registro Civil del Juzgado Municipal de Casasaltas (Valencia) como nacido:
  • <A las dos del día treinta y uno de mayo [de 1925], en la calle del Molino, número 17, siendo hijo legítimo de Pedro Candel Muñoz y de Felipa Tortajada Blasco, naturales de esta población, casados, de treinta y siete años de edad el primero y de treinta y nueve la segunda, ocupados en las labores propias de su sexo.// Nieto por línea paterna de Julián Candel Adalid y de Patrocinio Muñoz Tortajada, naturales de esta población, aquel difunto y por línea materna de Juan Tortajada Marino y de María Blasco Rubio, naturales de esta, la última difunta>.[10]


Líneas familiares (genealogía) de Francisco Candel Tortajada.-
Nombre y apellidos
padres
Abuelos
Paternos
Maternos
Francisco
Candel Tortajada
(Casasaltas, 1925-Barcelona, 2007)
Pedro Candel Muñoz
Felipa Tortajada Blasco
Julián Candel Adalid
Patrocinio Muñoz Tortajada
Juan Tortajada Marino
María Blasco Rubio
Elaboración propia (2014). Nota: todos los reseñados figuran como naturales de Casasaltas (Valencia).

          Existe una <Relación nominal de “señalizaciones” en el cementerio de Casasaltas (Valencia), por orden alfabético del primer apellido (2013)>, donde puede comprobarse la frecuencia de los apellidos correspondientes a la genealogía de Francisco Candel Tortajada.[11]
En su conocido libro sobre el Rincón de Ademuz, el propio Candel aporta algunos datos sobre su familia. Menciona a una célebre abuela materna [María Blasco Rubio], a la que apodaban la Quicana, “una mujer garrida y de armas tomar”, de la que se contaban múltiples proezas, famosa en la zona por sus andanzas. Pretendía curar la rabia y decía tener “gracia”, para sanar enfermedades por cierta anomalía con la que había nacido, un “velo o telo” en el paladar. Poseía unas cruces de Caravaca, mediante las que predecía la meteorología y ejercía cierto tipo de curanderismo, por razón del cabello de los enfermos y las mencionadas cruces. Cobraba en especie y en dinero, siendo persona reputada.
Al referirse a su madre [Felipa Tortajada Blasco], Candel la define como “una verdadera señorita. No trabajaba en el campo, como las demás mozas del pueblo. Hacia labores e iba a la iglesia”. En cuanto a su padre [Pedro Candel Muñoz], lo define como de menor categoría social que su madre, pues “era de una familia muy humilde, y su madre viuda” la cual “tuvo que bregar mucho para sacar siete hijos adelante”, advirtiendo que el padre de Candel era de familia numerosa, contaba siete hermanos. Sin embargo, una vez en Barcelona, su madre “trabajó como una negra, sobre todo en la guerra, y la postguerra, siempre sin una queja y sin aludir a su pasado; trabajó tanto que, mis tías, esto es: sus cuñadas, decían de ella con admiración: Y eso que siempre se crió tan regalada...”. Con todo, Candel nunca oyó decir a su madre nada de su insólita abuela María la Quicana. De hecho anota: “Mi madre era muy religiosa, pero de una devoción razonada, consciente y consecuente, serena y reflexiva, poco amante de llamar la atención, que frecuentaba la buena sociedad del pueblo, pues tertuliaba con el médico, el maestro, el secretario, el cura, el estanquero”. Mientras que su abuela “sólo iba a la iglesia el día de Jueves Santo y debía ser una mujer estrafalaria, escandalosa como la pólvora”. Lo de ir a misa sólo el Jueves Santo tiene su sentido en cierto tipo de curanderismo, ya que el agua bendita consagrada ese día en la iglesia se usa como talismán para los ritos.
Su madre sólo tenía un hermano, llamado Felipe, ambos de carácter contrapuesto, pues frente a la apacibilidad y sencillez de la madre el tío era “un tronera y un loco”. De hecho parece que la madre de Candel había salido al abuelo Juan, un “hombre que no hablaba por no ofender”, mientras que el tal Felipe –practicante de profesión- había salido a la abuela Quicana, esto es, afectado de “quicanismo”, hasta el punto de contarse de él muchas proezas y poseer cierta celebridad. Parece que era muy jugador y siempre portaba una baraja encima. En cierta ocasión, volviendo de cazar con el perdigacho, se jugó con un aldeano con el que se encontró la escopeta y el reclamo contra el burro de aquél, y se lo ganó. Entró en Casasaltas montado en el borrico, un animal tan pequeño que le arrastraban los pies, y se lo regaló a su cuñado [Pedro], el padre de Candel: “Y mi padre tuvo, desde entonces, burro”. Otra vez, estando en Valencia, el tal Felipe se puso a orinar en plena calle y un municipal de denunció, sancionándole con diez reales de multa. El hombre le dio un duro, diciendo: No me devuelva usted el cambio. De ese modo ya tengo pagada otra meada... Parece que las excentricidades del célebre tío materno de Candel contenían cierta dosis de insania, pues acabó loco, ingresado en el nosocomio de Teruel. Allí estaba cuando estalló la guerra y su hijo Ovidio, de apenas dieciséis años, que había entrado en la ciudad “con los rojos” lo sacó del manicomio. Acabada la contienda volvió al centro psiquiátrico, donde años después falleció. Candel reconoce ser despistado y refractario a aprenderse el vericueto de los laberintos y conocencias familiares. Sin embargo, gustaba de recordar las evocaciones de su madre, cuando vivían en el pueblo: tertulias, amistades, diversiones y relaciones... De niño la escuchaba embelesado, mientras narraba todas aquellas historias y ahora relacionaba los nombres con las personas que le presentaban.

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Vista general de Casasaltas (Valencia), pueblo natal de Francisco Candel Tortajada (1925-2007), desde la carretera de Ademuz-Valencia (2013).


Mi relación epistolar con Francisco Candel.
Como decía arriba, no conocí personalmente a Francisco Candel... Sin embargo, tuve el placer de relacionarme epistolarmente con el escritor, intercambiándonos algunas cartas. Como fuera que pretendía escribir un artículo sobre el personaje, me puse en contacto con Abel Muñoz Sánchez de Casasaltas (Valencia), uno de los parientes lejanos que le quedaban al escritor en esta tierra. Amablemente, el señor Abel me proporcionó las señas y seguidamente escribí al autor. En mi carta de presentación le pedía noticias de su vida y obra, y poco después recibí su respuesta. Al igual que dije entonces, ¡qué placer recibir en estos tiempos una carta escrita a mano! La carta se acompañaba de un curriculum vitae mecanografiado, perfectamente expresivo, donde se apreciaban metódicas anotaciones manuscritas de última hora, y un listado con sus publicaciones, cronológicamente ordenado.

Francisco Candel Tortajada (Casasaltas, 1925-Barcelona, 2007), lista de publicaciones (1956-2006).

TÍTULO DE LA OBRA

GÉNERO LITERARIO
AÑO PUBLICACIÓN

Hay una juventud que aguarda

Novela
1956

Donde la ciudad cambia su nombre

Novela
1957

Han matado a un hombre, han roto un paisaje

Novela
1959

¡Échate un pulso, Hemingway!

Relatos
1959

Temperamentales

Novela
1960

Los importantes: Pueblo

Novela
1961

Los importantes: Élite

Novela
1963

Els altres catalans

Ensayo
1964

Sala de espera

Teatro
1964

Richard

Teatro
1964

¡Dios, la que se armó!

Novela
1964

Richard

Novela corta
1965

El empleo

Novela corta y relatos
1965

La carne en el asador

Artículos
1966

Parlem-ne

Conferencias
1967

Una nova terra

Cuento infantil
1967

Viaje al Rincón de Ademuz

Libro de viajes
1968

Los hombres de la mala uva

Relatos
1968

Trenta mil pessetes per un home

Relatos
1969

A palo limpio

Volumen de obra completa
1969

Novela social

Conferencia
1969

Fruit d`una necessitat

Artículos
1969

L`altre català

Fascículo
1969

Avui començo a treballar

Cuento infantil
1970

Brisa del cerro

Novela
1970

Los que nunca opinan

Encuesta
1971

Historia de una parroquia

Novela
1971

Ser obrero no es ninguna ganga

Ensayo
1972

Inmigrantes y trabajadores

Ensayo
1972

Apuntes para una sociología del barrio

Artículos
1972

Encara més sobre els altres catalans

Ensayo
1973

El perro que nunca existió y el anciano padre que tampoco

Novela corta y Relatos
1973

Diario para los que creen en la gente

Novela
1973

Carta abierta a un empresario

Ensayo en forma de cartas
1973

A cuestas con mis personajes

Autoestudio
1975

Crónicas de marginados

Artículos
1976

Barrio

Ensayo
1977

Un charnego en el senado

Crónica política
1979

El Candel contra Candel

Antología
1981

Hemos sido traicionados

Novela
1982

El jurament

Cuento
1985

Els altres catalans vint anys després

Ensayo
1986

Aquella infantesa esvaïda

Novela corta
1987

El juramento y otros relatos

Cuentos o relatos
1987

Joan Martí

Biografía de un pintor
1987

La nova pobresa

Ensayo
1988

Ferran Soriano

Biografia de un escultor
1988

Crónica informal, sentimental i incompleta (1936-86)

Memorias y trabajos periodísticos
1992

Els que no poden seguir

Ensayo
1993

Un Ayuntamiento llamado ellos

Novela
1994

Memòries d`un burguès i un proletari: de la República al 23-F (1931-81) [*]

Novela y cuento
1996

Les meves escoles, ricords d`infantesa

Biografía y memorias
1997

Primera història, primera memòria

Biografía y memorias
2006
                [*] En colaboración con Enric Vila i Casas. El presente listado fue elaborado a partir del enviado por el propio autor (1998), habiendo añadido la última obra (2006). Tomado de SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 463.


La respuesta de Candel a mi carta comenzaba diciendo: <Querido paisano y amigo: Me satisfizo recibir tu carta. Muchas gracias por tu amabilidad. Déjame que te trate de tú. Es una mala costumbre que tengo y que me sale sin darme cuenta. Haz tú lo mismo>. Por el encabezamiento vemos que Candel es una persona sumamente correcta, que trata de aproximarse al interlocutor mediante un trato de sincera cordialidad. Lo cierto es que yo continué tratándole de usted, cuestión de educación y de respeto, pues su edad –él ya tenía entonces sobre 73 años- y su autoridad como escritor constituían para mi un grado que debía respetar.
Y continúa: <Voy a ver si pongo remedio a lo que me pides en la tuya, pues soy desvalijado, desordenado, despistado y cada vez más perezoso. Te adjunto un currículum. Lo escribí hace ya tiempo. Tenía que ir a Rusia, invitado por una editorial de allí que quería encargarme un libro, pero me rompí una pata y no pude ir. Cuando me restablecí, ya había caído el muro de Berlín y todo había cambiado en aquel país>. Siempre agradecí su disposición, el esfuerzo que pudo suponerle ponerse a redactar las cartas que me dirigió, siendo como era Candel una persona muy ocupada en sus propios asuntos literarios y compromisos sociales. Como dice, adjuntaba un currículo, compuesto para una editorial rusa, comentando su fractura de pierna y su restablecimiento, cuando ya había caído el muro berlinés (1989).
Sigue diciendo: <El currículum en cuestión que te adjunto es el que les envié [a los rusos]. Por ello resulta un tanto autovanidoso, pues era mi carta de presentación. Ahora, cada vez que lo uso, añado o quito o lo remodelo un tanto. Verás que a mano ya hay añadiduras posteriores. Es que hice muchas fotocopias, para no calentarme más el coco, teniendo que redactar de nuevo cuando me piden algo biográfico>. Me envió, pues, el mismo currículo que a la editorial rusa, pero yo no lo encontré “autovanidoso”, más bien todo lo contrario, pues otros con menos bagaje personal y literario se hubieran dado más bombo. Y desde entonces, cada vez que lo necesitaba “para no calentarme más el coco” utilizaba el mismo impreso, con las pertinentes correcciones y añadidos. ¡Sin duda, Candel era un hombre práctico!

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Detalle de las tapas (portada y contraportada) de la primera novela de Francisco Candel "Hay una juventud que aguarda" (1956).
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Detalle de la portada de la segunda novela de Francisco Candel "Donde la ciudad cambia su nombre" (1957).
 
De esta forma, los cuarenta títulos del listado original se habían convertido en cincuenta y dos. Además, entre la fecha de elaboración del currículo y aquel momento (1998) el título Donde la ciudad cambia su nombre (1957) llevaba un par de ediciones más. A propósito dice: <Acaba de publicarse la última edición y le diré a la nueva editorial que te mande un ejemplar>, como ciertamente hizo, pues al poco tiempo recibí el libro prometido. Por entonces ya había dejado de colaborar con la emisora "Catalunya Radio", y el artículo semanal que publicaba en El Periódico de Cataluña se había convertido en quincenal o mensual, <depende de mi negligencia y desidia>. En cuanto a las habituales conferencias que había dado o seguía dando, <la mayoría las doy en Barcelona y otras poblaciones catalanas>.

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Detalle de la portada de una de las mejores y quizá la más conocida de las novelas de Francisco Candel "Els altres catalans" (1964).
 
Asimismo, comentaba otras cuestiones de interés, como que <en Hospitalet le pusieron mi nombre a una sala de lectura para niños y en Santa Perpetua de Moguda a una escuela para adultos>. Referente a la cantidad de datos que me proporciona, opina que ya son demasiados, apareciendo una vez más su proverbial modestia, por lo que dice: <Manéjalos como puedas. Tampoco te preocupes demasiado. No soy triquismiquis y nunca le enmiendo la plana a un colega, menos siendo paisano>. Resulta curioso el comentario, y siempre lo recuerdo, en especial cuando alguien se acerca a mis textos con el sólo afán de poner de relieve algún error o imprecisión. Agradecí la confianza, respetando estrictamente la información proporcionada, incluyendo ese <nunca le enmiendo la plana a un colega>, especialmente lo de colega, cuando yo distaba mucho de ser su condiscípulo, todo lo más un simple aficionadillo con buena voluntad. También me gustó lo de paisano, otra cuestión que cabe destacar en Candel, pues como se anota arriba, él jamás ocultó su condición de rinconademucense.

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Francisco Candel Tortajada (1925-2007), fotografía del escritor repartida entre los aistentes en el homenaje que se cita (1992).
 
Como fuera que yo le había pedido algún retrato, me dice: <En cuanto a las fotos, el trabajo que he tenido para encontrar alguna>. No obstante, me envió varias, algo pequeñas y poco apropiadas para ser reproducidas en prensa, demás de antiguas -menos en una, en todas aparecía junto a otras personas, por lo que añade-: <La foto individual es del año 1992, y es la que repartieron cuando el homenaje que menciono en el currículum. Siempre que me piden alguna fotografía, me las veo y me las deseo, pues en las muchas que corren por casa, siempre estoy en grupo>. La foto mayor, donde aparece solo, corresponde a la que le hicieron cuando aquel homenaje multitudinario, al que asistieron: Jordi Pujol, Pascual Maragall y otros políticos, gente de la cultura y muchos convecinos y asociaciones de barrio. A propósito, resulta curiosa la relación que siempre mantuvieron el político (Pujol) y el escritor (Candel), pese a militar en campos ideológicos y sociales tan distintos. Con independencia de las simpatías personales que pudieran unirles, cabe tener en cuenta el fino instinto político del Presidente de la Generalidad, que supo intuir y valorar la importancia de la novelística candeliana como factor de integración de los emigrantes en la sociedad catalana. Prueba de ello son las actividades culturales en torno al 50º aniversario (1964-2014) de la publicación de Els altres catalans (1964), una de las más celebradas obras del escritor casasaltense.


© Alfredo SÁNCHEZ GARZÓN.


------------>> Continua en: y II.


[1] Francisco Candel. (2014, 8 de abril). Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 17:59, junio 6, 2014 desde http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Francisco_Candel&oldid=73676753.
[2] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Francisco Candel, un catalán de Casasaltas, en: Diario de Teruel, 6 y 13 de mayo de 1999.
[3] ID. Francisco Candel, un catalán de Casasaltas, en: Desde el Rincón de Ademuz, Valencia, 2000, pp. 183-187.
[4] ID. Francisco Candel Tortajada, en la hora de las alabanzas, en: Del paisaje, alma del Rincón de Ademuz, Valencia, 2008, vol. II, pp. 221-237.
[5] De emigrante a escritor, sección Crónica, revista Ababol 11 (1997), 37.
[6] Ibídem.
[7] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. A Ángel Antón Andrés, in memoriam, en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2011/10/angel-anton-andres-in-memoriam.html, del lunes 17 de octubre de 2011.
[8] ID. Tiempo de gachas en el Rincón de Ademuz, en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2012/12/tiempo-de-gachas-en-el-rincon-de-ademuz.html, del miércoles 12 de diciembre de 2012.
[9] De emigrante a escritor, sección Crónica, revista Ababol 11 (1997), 37.
[10] SÁNCHEZ GARZÓN (2008), p. 223.
[11] SÁNCHEZ GARZÓN, Alfredo. Iconografía funeraria en el cementerio de Casasaltas (Valencia), en: http://alfredosanchezgarzon.blogspot.com.es/2013/11/iconografia-funeraria-en-el-cementerio.html, del viernes 22 de noviembre de 2013.